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Joan Miró, la escalera de la evasión, en Barcelona

Miró decía, “Cuando pinto un lienzo me enamoró de él; un amor que nace de la lenta comprensión”. Este artista incansable, poético, implacable, minucioso, perfeccionista, a veces obsesivo y nunca satisfecho por lo que hace; toca y retoca. Contradictorio aunque fiel a su búsqueda por lo autentico. Nace en Barcelona en 1893. Es obligado por su familia a trabajar inicialmente en un despacho aunque él ya sueña con ser pintor. A diferencia de otro de nuestros pintores más internacionales; Picasso, Miró fue mucho más discreto y buscó el anonimato. “Lo anónimo permite alcanzar lo universal” decía.

joan <b>miro</b> barcelona

La exposición ha sido organizada conjuntamente entre la Tate Modern de Londres y la Fundación Joan Miró de Barcelona y alberga más de 150 obras del artista. La escalera de la evasión examina su dilatada trayectoria mostrando su tendencia al aislamiento contemplativo y el compromiso político del artista con los turbios momentos que le tocó vivir y a los que obviamente no pudo ser inmune.

En las primeras salas destacan pinturas como la Masía y Paisaje catalán que exploran los vínculos con su Cataluña natal, especialmente con Montroig, donde su familia tenia una masía. Es allí donde Miró descubre y empieza a ser consciente de que quiere ser pintor, pero no sólo pintor, sino un pintor catalán. Tras un primer contacto con la pintura extranjera, comienza con un estilo un poco fauve y un poco cubista, pero con una tremenda huella de su Cataluña natal, de las iglesias y los frescos que se va encontrando a su paso por su tierra. Antes de salir para París, ya tuvo la oportunidad de mostrar su trabajo en Barcelona donde recibió una gran incomprensión por parte del público.

La exposición también nos muestra la inflexión que supuso su estancia en Paris y la liberación creativa del surrealismo. Allí comienza sus relaciones con este círculo, trabando muy buena amistad con Peret, Desnos y Eluard. Miró se transformaba continuamente rompiendo con lo anterior para poder volver a crear. En aquellos años no tenía dinero, y según cuentan llegó a pasar hambre, y es ésta quizá la fuente de alucinaciones que luego plasmaba en sus cuadros. De esta época también nos quedan sus “pinturas oníricas”, siguiendo técnicas surrealistas como el automatismo o los poemas cuadros que también realizaba Max Ernst. Sus cuadros contienen esta escalera de la evasión, que en palabras del propio Miró es una forma de fusionar plástica y poética. La parte central de la exposición, está dedicada a la época de la Guerra Civil, en la que podemos observar el compromiso político de Miró en la serie de las Constelaciones donde nos muestra su huida de Paris a Normandía durante la segunda guerra mundial.

La última sección examina los últimos años de la dictadura franquista, con una España que se estaba despertando de la anestesia. La escalera de evasión le vuelve a ayudar y encuentra su refugio en Mallorca. De esta época destacan el tríptico Azul I, II, III y sus telas quemadas.

A pesar de su instinto por alejarse, afirmaba que la escalera de la evasión ha de estar bien arraigada a la realidad para conducir a la creatividad.

Para más información consulta su página web en www.fundacionmiro-bcn.org

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