Conocido y reconocido es por ciertas juventudes barcelonesas el Big bang bar, ya sea por el ambiente que se vive como por su ambientación vintage. Pese a que su existencia se remonta únicamente a principios de la década de los 90, el ambiente que efluye en cada uno de sus metros cuadrados, que no son muchos, rezuma nostalgia. Y así son sus protagonistas, sus bailes, la música de vinilo que marcan sus ritmos y las proyecciones que sus siluetas interceptan, entes de procedencia indeterminada e inclasificable que crean agujero temporal hasta prácticamente un siglo atrás. Entre esas paredes empapeladas de motivos retro, pósters de coleccionista y fotografías ancestrales, además de risas, conversaciones en alta voz y bailes endemoniados, se llevan a cabo evasiones no menos instructivas. Como por ejemplo el espectáculo que más se adecúa a la esencia del lugar, el Big bang show, presentado como si de un cabaret se tratase, entre música y actuaciones. Cada martes, con entrada libre pero aforo limitado, aparecen nuevos personajes que pueden presentar desde sus nuevos poemas entorno a la vida de un barman, hasta emulaciones de películas tales como el Mago de Oz. El espectáculo tiene lugar en una pequeña sala contigua situada al fondo del bar, en cuyas gradas se amontona cada martes todo el público que da abasto la sala. La presentación forma parte del espectáculo y varía cada semana, unas veces lo hace con representaciones acompañadas de música, otras con emulaciones a la televisión y otras con espectáculo de mimo y/o clown. Varía tanto como los protagonistas, quienes en su mayoría suelen ofrecer pequeños monólogos en claves de...
Muchas son las propuestas de ocio ofrecidas en provincias como la de Barcelona, pero pocas las que dan la oportunidad de disfrutar imaginativamente y de manera interactiva a personas de todas las edades en un mismo espacio-tiempo. El reto al que nos somete El Laberinto es atemporal. Se nos presenta como una instalación efímera que puntualmente ocupa un espacio inesperado en parques y jardines, plazas y plazoletas, calles y callejones o terrazas y azoteas al permitirle, su diseño modular, adaptarse a una ubicación u otra cualquiera que sea el lugar propuesto. El Laberinto tampoco sabe de la noche ni del día y su efecto, estéticamente tentador, se hace espectacular en cualquier momento. El entresijo metálico de puertas y falsas puertas, paredes y falsas paredes, de caminos hacia ningún destino o de aquellos que te llevan directo a la salida, crea un espacio nuevo donde nunca hubo nada, es catalizador de risas y también de algún que otro cabreo pasajero en los que entran en él. Con la estética de la típica oferta de feriantes de circo freak, sus creadores llegan al emplazamiento y se sacan de la manga un laberinto. Dejarse llevar recorriendo el camino menos transitado de la imaginación, resolver sus acertijos y perderse por sus senderos, mirar al cielo descubierto desde su interior u observar a los otros a través de sus paredes invisibles es hacerse un regalo al espíritu porque el laberinto es lo imposible hecho realidad en el aquí ahora e invita a volver al mismo lugar mañana, a cerrar los ojos y descubrir que sin él, ahora, tan sólo queda el eco de sus...
En la calle Valencia de Barcelona, cerca del Paseo de Gracia, puede encontrarse uno de los bares más originales de la ciudad, en un semisótano apenas señalizado. Se llama Les Gens Que J´Aime, y destaca por su estética modernista, sus sofás de terciopelo rojo y su música jazz y soul. Además, una simpática tarotista ofrece allí sus servicios… Barcelona está repleta de locales que se salen de lo corriente por un motivo u otro: sitios con un encanto especial sea por lo original de su decoración, las actividades que allí se realizan, sus bebidas, su música… O por todos estos factores a la vez, como en el caso del local del que os quería hablar hoy: un extraño pub de la calle Valencia llamado Les Gens Que J’Aime (es decir, “La Gente Que Quiero”). Descubrí este bar de precioso nombre casi por azar, paseando sin rumbo en una tarde soleada de verano por el Eixample barcelonés. Casualmente me fijé en unas lámparas blancas esféricas, situadas casi en el suelo, que señalaban la presencia de un local en un semisótano. Una placa metálica plateada y unas escaleras de entrada me confirmaron que allí había efectivamente un bar, así que la curiosidad me llevó adentro. Al descender las escaleras tuve que detenerme unos momentos para que mis ojos se habituaran a la agradable y fresca penumbra de Les Gens que J’aime… Miré a mi alrededor sorprendido por la ambientación de estilo bohemio y modernista: sofás isabelinos de terciopelo rojo, decenas de cuadros y fotografías antiguas, lámparas de época… Más tarde me enteré de que el local no ha variado en absoluto...
Cuando miras el mapa de Barcelona, ves una colmena de cuadras formada por largas y anchas calles que se van cruzando. Se trata del barrio de l’Eixample (Ensanche), que se extiende y ramifica a lo largo de la ciudad. Éste tiene un nombre catalán muy apropiado, puesto que esta zona fue construida para unificar el centro histórico a los pueblos cercanos, que hoy en día forman un conjunto de diez barrios. El ingeniero Idelfons Cerdà fue el hombre que propuso este plan urbanístico en 1859, un diseño moderno para la época: Cerdà pensaba ya en los coches y el medioambiente. Este año, se cumplen los 150 años del Plan Cerdà. Si quieres descubrir el Eixample, puedes empezar por perderte en su cuadrícula, pero es probable que tengas la sensación de que todo se parece. Edificios altos y de estilo modernista, oficinas, hoteles, restaurantes, tiendas, árboles, aceras muy anchas – con ese símbolo de la flor –, coches… Hoy es un barrio de clase media-alta y sobre todo residencial, pero es también aquí donde nació el barrio gay, que es conocido como el Gayxample, situado en la parte izquierda. En l’Eixample derecha se erigen la famosa Sagrada Familia, La Casa Batlló y La Pedrera, en el Paseo de Gràcia. Pero en sus orígenes la idea de Cerdà era que cada manzana fuera un conjunto de residencias con un espacio verde en medio –las islas – (conocidas en Barcelona como patio de manzanas). Hoy en día no quedan muchos, puesto que poco a poco se aprovecharon para construir más viviendas. Si los vas buscando, te encontrarás con jardines o parques para...
Pues sí, sorprendente pero cierto. El mejor restaurante del mundo permanecerá cerrado al público durante el 2012 y el 2013. Su propietario, Ferran Adrià, considerado el chef más influyente y prestigioso de los últimos tiempos, ha anunciado que los fogones se apagarán para servir comidas, pero no para seguir investigando en las infinitas posibilidades que puede ofrecer la gastronomía. Seguirá estando abierto como laboratorio de investigación. El Bulli, situado en un paradisíaco lugar de la Costa Brava catalana, tiene hasta el momento tres estrellas Michelin y sólo abre seis meses al año por las noches, con reservas hechas desde años anteriores. De hecho, la web del restaurante ha anunciado que ya tiene cerradas las reservas para la temporada de este año (del 15 de junio hasta el 20 de diciembre). El lado positivo de todo esto es que Ferran Adrià no cierra el negocio porque se le hayan acabado las ideas, sino para seguir creando y hacer que la gastronomía española siga en lo más alto. El consagrado cocinero ha admitido que cuando El Bulli abra de nuevo “ya no será un restaurante, pero dará de comer”. No sabe si en el 2014 dará de comer a una sola persona o a mil, pero lo que sí es seguro es que cambiará su formato. El Bulli está considerado el mejor restaurante del mundo, según la prestigiosa revista The Restaurant Magazine, que le ha otorgado esta categoría varios años consecutivos. Los pocos afortunados que han podido probar las delicias del chef catalán han tenido el placer de degustar platos como olivas esféricas, caramelo de aceite de calabaza, lazos de zanahoria...
Barcelona es la ciudad turística por excelencia. Sus calles abarrotadas de gente son un claro reflejo de la vida que rezuma todas las estaciones del año. Miles de turistas en todo el mundo la escogen como principal destino para sus vacaciones. Su buen clima, su sorprendente arquitectura y su exquisita gastronomía mediterránea la convierten en una ciudad muy atractiva a ojos extranjeros. Pero Barcelona es mucho más que turismo… La ciudad condal tiene mil facetas, algunas mucho más interesantes y sorprendentes que su lado archifamo. Así pues, ¿qué esconde la otra Barcelona? Basta rasgar un poco su primera capa superficial para descubrir una Barcelona enigmática con una vasta subcultura: descubre la otra del arte, la música, el cine, la gastronomía… ¡y mucho más! Descubre una Barcelona alternativa. ¿Qué tal si nos escapamos de las típicas rutas para turistas? Siempre hay tiempo de pasear por la famosa zona de Ciutat Vella (el casco antiguo), conformada por el Raval, el Barri Gòtic y el Born… Nadie niega la belleza y la fuerza de estos barrios, pero si queremos escapar del bullicio y el caos de las masas turísticas, huyamos del centro histórico. A cambio, te ofrecemos un paseo por el barrio de la Barceloneta, un antiguo pueblecito de pescadores situado entre el puerto y las playas. La Barceloneta es un barrio encantador, con un aire muy especial y una autenticidad insuperable. La zona fue construida sobre una plantilla de calles estrechas y paralelas que recuerdan a Nápoles. Además, tiene los mejores restaurantes de pescado y marisco de toda la ciudad. Después de haber descubierto el sabor de la Barceloneta, podemos acercarnos...