Hasta el 15 de mayo se presenta en la Fundación Juan March de Madrid la exposición América Fría. La abstracción geométrica en Latinoamérica 1934-1973. La muestra organizada en torno a 300 obras busca establecer nuevos parámetros de la historia de la abstracción geométrica en Latinoamérica, evidenciando las particularidades y diferencias que tiene con esta corriente artística en Europa.
Compuesta por pinturas, esculturas, arquitectura y fotografías procedentes de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, México, Uruguay y Venezuela, la muestra se enmarca cronológicamente en el regreso de Joaquín Torres García a Uruguay (1934) y el regreso a Venezuela de Jesús Rafael Soto (1973) para la inauguración del Museo de Ciudad Bolívar.
El abstraccionismo geométrico tiene sus antecedentes en el suprematismo de Kasimir Malevich, en el neoplasticismo de Piet Mondrian y el vanguardismo de Wassily Kandisnky. Se le describe como una corriente del arte abstracto que surge como respuesta al impresionismo, aspirando a la objetividad y a la universalidad que significan las figuras geométricas.
Uno de los impulsores del abstraccionismo geométrico en América Latina fue Joaquín Torres García, nacido en Montevideo en 1874. A los 17 años viajó a España a terminar sus estudios en la localidad de Mataró, donde vivía la familia paterna. Estudio en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona donde es influido por el impresionismo francés. Su vinculación a la corriente de la abstracción geométrica ocurrió en Paris, cuando es invitado a participar del grupo que frecuentaba Piet Mondrian y se integra al Cercle et Carré. Torres García aporto al grupo la lógica en la composición y la inclusión de figuras simbólicas. En 1934 regresa a Uruguay y se integra a la elite del arte, impulsando el pensamiento de vanguardia. Crea la Sociedad de Artes de Uruguay y es nombrado profesor honorario de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Montevideo. Sus teorías sobre el abstraccionismo geométrico y las innovaciones que imprimió al utilizar la simbología cultural latinoamericana, quedó plasmada en sus últimas obras.
Jesús Rafael Soto nació en el seno de una familia humilde de Ciudad Bolívar, Venezuela, en 1923. Estudió gracias a su especial talento en la Escuela de Artes de Caracas, pero su natal Venezuela no le permite desarrollar sus inquietudes intelectuales y parte a Paris el año 1950. Atraído por el cubismo de Paul Cézanne y las corrientes geométricas de Piet Mondrian y Malevich, se empeña en investigar nuevos fenómenos visuales a través de las obras de Calder, Klee, Kandisnky y las teorías de Duchamp. Todo emociona al inquieto Soto. Poco a poco comienza a desarrollar abstracciones que deslindan en formas puras, limpias de cualquier simbología. Trabaja colores primarios a los que agrega tres secundarios, más el negro y el blanco. Su búsqueda de un arte cinético inmóvil, fue un duro trabajo que descubrió con el efecto de vibración. Sus primeras Repeticiones datan de 1951 y son elementos geométricos muy simples, ordenados y repetidos al infinito. Luego crea las Progresiones y los Desplazamientos y la Espiral, obra construida en dos planos a los que superpone dos vibraciones, creando su máxima expresión de arte cinético. Hoy sus obras forman parte de importantes colecciones.
Para más información http://www.march.es/arte/madrid/exposiciones/america/index.asp
Nancy Guzman
Vale la pena mirar las obras de estos dos grandes artistas que convocan a revisar la influencia y las particularidades que tuvo el abstraccionismo geométrico en Latinoamérica. Si es admirador de la cultura y está pasando unos merecidos días de descanso en apartamentos en Madrid no deje de asistir al Museo de la Fundación March.