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La emperatriz Teodora (501-548) es triste y significativamente más célebre por las escandalosas y promiscuas proezas sexuales rayanas en lo pornográfico que, sin duda amparándose en su pasado de meretriz y actriz de circo, le atribuye con intenciones claramente difamatorias su contemporáneo Procopio de Cesarea en la Historia secreta que por su importantísima labor como mujer de estado y legisladora feminista avant la lettre.
No sólo estuvo en primera línea de manera decisiva en todos los acontecimientos importantes acaecidos durante el reinado de su marido el emperador Justiniano I. Además, entre otras, impulsó leyes que prohibían el castigo por adulterio con independencia del sexo, regulaban el derecho al aborto, permitían tanto el divorcio de la mujer por decisión propia como el matrimonio libre entre distintas razas, religiones y clases sociales, imponían la pena de muerte como castigo por violación, prohibían la prostitución forzosa y reglamentaban los burdeles de modo que quedaban bajo el control de las propias mujeres.
Al menos desde sus tiempos, en gran medida por causa de Procopio, es costumbre asociar en el imaginario occidental la región de la Anatolia con el hedonismo y los placeres de la carne.
A ello ha contribuido sin duda de manera importante la existencia en Asia Menor de una larga, refinada y fructífera tradición de literatura erótica y el embriagador mundo de luz perfumes, aromas, texturas, colores, tejidos, brebajes, sonidos y canciones que de alguna manera convierten a Estambul en el lugar donde comienza el Oriente a desplegar sus innumerables promesas sensoriales.
De ahí tal vez que desde comienzos de los años sesenta hasta el golpe de estado de 1980 la industria del cine erótico representara más de dos tercios de la producción cinematográfica turca. En un principio, los contenidos eróticos se insertaban con mayor o menor naturalidad en las comedias y melodramas románticos de los que nos habla Orhan Pamuk tan extensa y evocadoramente en El Museo de la Inocencia o bien en remakes de filmes americanos tales como Los Tres Gigantes (3 Dev Adam), una extraña película de superhéroes de la Marvel y luchadores mexicanos enmascarados.
No obstante, muy pronto la industria se especializó y, junto a los temas propios de las películas de este género, extremadamente machistas en su gran mayoría, se dieron también anomalías como la representación de amores lésbicos– en Ilki Gemi Yanyana, de 1963, tan sólo un año después que en Hollywood (Walk on the Wild Side Edwrd Dmytrik)—o interesantes filmes de corte artístico- experimental como El conductor de Taxi (1976) del director de culto Serif Gören.
La llegada al poder de los islamistas moderados en 2002 ha creado un clima puritano, cuya última expresión ha sido el exilio voluntario de la artista Sukran Moral, amenazada de muerte tras su última performance en la Casa del Arte de Estambul, que ha frenado la evolución de esta cinematografía, relegando a un segundo plano la producción de películas eróticas.
En su lugar se está produciendo la explosión creativa de un estimulante nuevo cine que se enfrenta a asuntos tradicionalmente tabú como la matanza de los armenios, la situación de la población kurda o la homosexualidad.
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Paul Oilzum
Tal vez desee rastrearla cuando alquile apartamentos en Estambul Una ciudad europea con un cine emergente y tabus tradicionales que definen a esta cultura tan influenciada por puntos de vistas contradictorios
