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Producto de su extrema exigencia estética la obra fundamental de Dylan Thomas queda contenida en un volumen que no alcanza las doscientas páginas. Se trata de una cantidad aproximada de a penas 100 poemas que en el transcurso de su vida fue escribiendo de una manera cada vez más espaciada, convencido de la necesidad de no convertir en arte sino aquello absolutamente imprescindible. Aunque es difícil resistir la tentación de desear que hubiera escrito poesía con mayor frecuencia—su obra en prosa resulta en comparación considerablemente más abundante–, en vista de los extraordinarios resultados obtenidos injusto y desconsiderado sería reprocharle nada. Pues a menudo desde su mismo título, que no rara vez coincide con el primer verso del poema, son composiciones de una belleza arrebatadora que hacen que vibren simultáneamente los lectores y el propio lenguaje, empujado a ese límite musical que separa la palabra y el silencio al que tal vez tan sólo se llega tras haber sido capaz de excavar una lengua extranjera en el seno del propio lenguaje, por usar la definición de estilo que sugirió a cierto filósofo francés esa frase de Proust que sugiere que todas las obras maestras están escritas en una especie de lengua foránea.
De modo tal vez similar, en los dieciocho años de existencia de la banda británica de culto Portishead, esta solo ha producido tres discos de estudio. Se dice que llevan un tiempo trabajando en el cuarto pero como el pasado enero reconoció el propio Geoff Barrow, junto a la cantante Beth Gibbon miembro fundador del grupo, eso puede llevar al menos otros diez condenados años.
La misma dosificación, el mismo proceso de cristalización lenta y pura, parece haberse ido contagiado a sus propias actuaciones en directo, de las cuales sin ir más lejos solo hay cinco programadas este año. De ahí que los conciertos que ofrecerán los próximos días 22 y 23 de junio en el Poble Espanyol de Barcelona (http://www.nvivo.es/conciertos/Portishead-Barcelona) sean tan especiales. Pero aún hay más, porque más que un par de conciertos se trata de un acontecimiento múltiple diseñado por la propia banda que incluye a otros grupos elegidos por ella para extender la música a lo largo de las cinco salas del club Razzmatazz una vez cruzada la frontera de la medianoche.
La música de Portishead, como la poesía de Dylan Thomas, desafía las descripciones y etiquetas con las que siempre se ha querido clasificar. De ahí que nunca estuvieran de acuerdo con su inclusión en el movimiento trip-hop pese a concederles la crítica musical una posición absolutamente prevalente dentro del mismo desde sus comienzos en 1994. Pioneros en muchas cosas, quizás su mayor virtud en retrospectiva fuera anticiparse en casi una década al tono que iba a caracterizar la música alternativa o independiente de los comienzos del siglo XXI.
Nos referimos a esa suerte de honda melancolía levantada como principal resistencia combativa frente al dolor del mundo y las injusticias humanas. No se arrepentirá de sumergirse y vibrar en ella como en un bello y difícil poema si alquila alojamiento en Barcelona
