El ombligo de lo que un día fuera un refinado imperio sobre el planeta Tierra, el Austro-Húngaro con sede real en Viena, ha dado dos palacios de visita imprescindible para el viajero de paso por esta parte del mundo: el fotogénico Alto Belvedere y el más mundano Bajo Belvedere. Ambos unidos por unos delicados jardines “a la francesa” y actualmente habilitados como museos de arte. Si en uno se exponen pinturas barrocas, en el otro se exhibe toda la parafernalia que ha sobrevivido desde la época medieval.
Pero, tanto en uno como en otro destacan las grandes obras realizadas a partir del llamado Movimiento Secionista Vienés, nacido a finales del siglo XIX como rechazo a los procesos de industrialización que, por entonces, se estaban implementando en todo el mundo occidental. Así, forma parte de la colección permanente del Belvedere (hay que dirigirse a la parte rotulada como “Galería de Arte Austríaco”) el afamado y reproducido hasta la saciedad “El beso” de Gustav Klimt, quien comparte protagonismo con las atormentadas figuras de Egon Schiele o los amables paisajes de un Monet, que sin ser austriaco, se codea con los nacionales.
Pues bien, este palacio que recoge todos los lustres del pasado, exhibe hasta el 20 de mayo una exposición con el sugestivo nombre de “Utopía”. Os pongo aquí el link de la muestra donde el viajero podrá comprar, vía online, el ticket de acceso y poco más, tan sorprendentemente escueta es la información al visitante por parte de la institución: http://www.belvedere.at/en/ausstellungen/aktuelle-ausstellungen/utopia-gesamtkunstwerk-e10519
¿Y qué es lo que muestra la “Utopía” del Belvedere? En esencia, la visión que sobre este concepto filosófico han dado los artistas de las vanguardias históricas como concepto total y vamos por partes para no confundir demasiado al lector. Si bien el concepto de “utopía” (etimológicamente el “no-lugar” o el “lugar que no existe”) es barajado desde antiguo, desde los inicios conocidos de la filosofía, aún siendo un espacio imposible, éste se ha asimilado al paraíso sobre la Tierra, al emplazamiento idílico donde la tribulación no existe. La utopía es el estado soñado, anhelado y perfecto donde el hombre puede redimirse de sus pecados que es, a decir verdad, como dejar de ser hombres.
Si, durante la época clásica, la utopía se colocaba en un lugar remoto de difícil acceso y en la Edad Media era asimilada a un tiempo pasado ya desparecido, las vanguardias de principios del siglo XX la dotan con un cariz más personal y anímico. Es entonces cuando se plantea la utopía como una amalgama de todas las artes capaz de redimir al hombre. Esto es, la expresión artística, dinamitando géneros tradicionales y, a la vez, conjugando esos pedazos dispersos, sería capaz de crear un concepto nuevo en el que el hombre, al mirarse, pudiera llegar a un estado de aceptación. Surge así el arte contemporáneo que, con su evolución inherente, da lugar a las novedosas expresiones actuales en las que la performance, el vídeo, el grito, la instalación, la poesía visual son los protagonistas. Pues, toda esta amalgama dispersa y caótica en la que tiene lugar toda la producción artística del último siglo es la que conforma la exposición del Belvedere.
Recuerda dejar reservados apartamentos en Viena Los hay muy cerca de este palacio barroco y con buenas conexiones hacia el centro.