Quizás las familias viajeras rechacen Praga como un destino ideal para niños. La bella ciudad bohemia es conocida por su impresionante patrimonio monumental más que como un lugar apto para pequeños viajeros. Si bien las zonas más conocidas pueden cansar a los pequeños (no así a los jovencitos y adolescentes), Praga dispone de emplazamientos de infarto que serán del agrado de toda la familia.
Si se viaja por pocos días, durante un fin de semana o un puente, se puede ir entremezclando las visitas a la parte vieja con tres zonas verdes (sin contar las laderas a orillas del río Moldava). Estas son: el parque temático dedicado a los dinosaurios (Dino Park) del que no hacemos más comentarios porque los niños seguro que piden una visita; el Jardín Botánico , con actividades educativas y lúdicas para todos y los Jardines Vrtbovska. La zona verde y el palacio son de cuentos de hadas y, aparte de su amplia programación lúdica y cultural, puedes organizar la fiesta que desees, por si la familia viaja a Praga para celebrar algún evento.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el folclore de esta parte de mundo está muy arraigado en la vida cotidiana. Por eso os encontraréis en todas las plazas y rincones, músicos callejeros y titiriteros que hacen las delicias de pequeños y mayores. Los teatros de marionetas de madera (sobre todo los que representan a brujas y monstruos) forman parte del patrimonio cultural. Se puede disfrutar de manera gratuita (con una propina para los artistas) y, además, hay tiendas especializadas que venden estos muñecos, como Loutky Marionetas.
Aunque el viejo cementerio judío será del agrado de los adultos en busca de historia, no siempre conviene llevar a los niños a este tipo de lugares por la ansiedad que puede generarles. Si queremos que el viaje sea divertido, no hay que perderse una subida al Castillo. Los jardines con esculturas, la Torre de la Pólvora, la Catedral de San Vito o el Palacio Lobkowicz, a pesar de su grandiosidad artística, no va a gustar tanto como el Callejón de Oro. Los pequeños encontrarán en estas diminutas casas pintadas de colores, hoy ocupadas por artesanos, la concreción de un mundo de hadas, gnomos y duendes que también existió, en un tiempo pasado, en esta zona del mundo. Si se viaja con niños creciditos, a los que queremos introducir en las maravillas del arte, el Palacio Sternberg y el Convento de San Jorge tienen buenas pinacotecas.
De los edificios históricos de la Ciudad Vieja, los pequeños van a elegir el Ayuntamiento, puesto que se van a quedar fascinados con el Reloj Astronómico que se sitúa sobre una de sus puertas. Está formado por dos ruedas (una es un calendario y la otra da la hora). En la de la parte superior, adornada con los doce signos del zodiaco, viven unos autómatas que salen cada cierto tiempo.
Para llegar hacia Malá Strana y los apartamentos en Praga que se encuentran en esta orilla, hay que cruzar el Puente de Carlos IV adornado con esculturas de santos. Otro día indicamos quién es quién, que los niños preguntan mucho.