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Gustav Klimt y Josef Hoffmann en Viena

Si bien el término Gesamtkunstwerk proviene de Richard Wagner y sirve para designar su intento de fusionar las artes del teatro, la música y la creación plástica en una obra de arte total, el concepto fue asimismo capital para los artistas del entorno de la secesión vienesa, que lo encontraron apto para expresar con él sus aspiraciones estéticas.

klimt viena

Tales aspiraciones se materializaron de manera singular y representativa en la estrecha e intensísima colaboración entre dos de los más destacados miembros de la Secesión  y sus continuaciones, el pintor Gustav Klimt (1862-1918) y el arquitecto y diseñador Josef Hoffmann (1870-1956), que trabajaron juntos en proyectos tan importantes como la Exposición Beethoven de la Secesión de Viena (1902) y el Palacio Stoclet de Bruselas (1905-12), cuyo diseño, encargado sin ningún tipo de restricción económica a Hoffmann por el millonario belga Adolphe Stoclet, que había vivido una temporada en la capital austríaca quedando seducido por las ideas estéticas secesionistas, permitió al primero producir su ideal particular de Gesamtkunstwerk moderna, cada uno de cuyos elementos (alfombras, papel pintado para las paredes, vidrio, plata, vajilla, iluminación, mobiliario, accesorios…) fue diseñado por él mismo y sus colegas de Viena, ciudad donde se llevó a cabo la producción de los objetos.

A está fructífera colaboración entre Klimt y Hoffmann, y dentro de una programación llamada  Pioneros del Modernismo,  dedica el Museo Belvedere de Viena  hasta el próximo cuatro de marzo una exposición http://www.belvedere.at/en/ausstellungen/ausstellungsvorschau/gustav-klimt–josef-hoffmann-e555 llamada a ser uno de los grandes acontecimientos culturales centroeuropeos de los próximos seis meses.

Naturalmente, el lugar difícilmente podría ser más apropiado. No en vano, este impresionante edificio barroco, parte del cual empezó a hacer las veces de galería imperial de pintura en tiempos de Mozart, posee, entre otros tesoros invaluables,  la mayor colección de cuadros de Klimt del mundo, incluido su famosísimo lienzo El beso.

La muestra sirve para poner de relieve la importancia de la cooperación entre los deslumbrantes artistas que convirtieron la Viena del tránsito al siglo XX en un lugar tan absolutamente fascinante, fascinación a la que no es ajena con perspectiva el conocimiento de que toda esa gran cultura centroeuropea danubiana estaba viviendo un auténtico canto de cisne previo a su completa disolución tras la Primera Guerra Mundial documentada admirablemente en la literatura de la época tal como podemos ver, por ejemplo en el gran esfuerzo narrativo de Musil cristalizado memorablemente en su obra maestra El hombre sin atributos.

Por otra parte, ilumina no sólo la estrecha cooperación y afinidad de intereses entre ambos artistas, sino la influencia mutua de uno en el otro, evidenciada por ejemplo en el célebre retrato de Fritza Riedler de Klimt, donde puede apreciarse la mano de Hoffmann, así como la implicación de ambos en los Wiener Werkstätte o Talleres Vieneses, evolución de la primigenia Secesión vienesa que aspiraba a la conversión de todas las facetas de la vida humana en una obra de arte unificada cuya pieza más representativa es, probablemente, el mencionado Palacio Stoclet.

Si alquila apartamentos en Viena durante las fechas de la muestra, no se la pierda. La estatura tanto de los dos protagonistas de la misma como del momento cultural en el que ambos realizaron su magnífica obra hace del acontecimiento una ocasión privilegiada para profundizar, con placer, en el conocimiento de un periodo apasionante.