No resulta cuestión baladí ni sencilla determinar cuál sea la mejor cerveza de Praga. No en vano tanto la capital de la República checa como el país gozan de la reputación de tener una de las tradiciones cerveceras más acreditadas y de mayor calidad de todo el planeta y una de las instituciones no oficiales que disfrutan de mayor consideración en la ciudad posiblemente sean sus inolvidables salones o tabernas de cerveza, las célebres pivnice, antes de entrar en las cuales el viajero haría bien en haber memorizado las mágicas palabras checas “už nepiju” (algo así como “ya he bebido bastante”) pues tan pronto como los camareros notan que estamos acabando nuestro vaso depositan inmediatamente otro en la mesa, siendo la costumbre local proceder de esta manera hasta que el cliente indique lo contrario.
Lo cierto es que es bien posible que pase un tiempo demasiado largo hasta que nos veamos impulsados a intentarlo, tan alta y variada es la calidad de las cervezas checas y así de placentero resulta beberlas en las tabernas de Praga.
Aunque la República checa es la cuna de algunas de las mejores cervezas lager del mundo, entre ellas la mítica Pilsner Urquell, la primera en emplear este tipo de fermentación, y en la propia ciudad se producen algunas algo más amargas (tales como Staropramen, Branjík y Smíchnov), en Praga proliferan también las cervezas dulces y de alto nivel etílico, caracterizadas por ser resultado de un proceso de fermentación completamente natural.
Las disputas sobre cuáles son las mejores y en qué lugares se vive mejor la experiencia de su ingesta son irresolubles y eternas. En la mayor parte de ellas se mencionará con toda probabilidad el nombre de U Flekü (K?emencova 11), auténtico rey de los restaurantes-pivnice famoso por su cerveza negra, que puede hacer gala de una tradición de medio milenio y cuyo mayor problema es precisamente su enorme poder de atracción entre los turistas, principalmente los alemanes, que ha ido desvirtuando de alguna manera la autenticidad del por otra parte bellísimo local, que pese a todo merece una visita.
En las antípodas en cuanto a presencia de turistas se encuentra la pivnice del número 17 de la calle Husova llamada U zlatého tygra, cuyo carácter local, de fuerte acento literario, puede incluso resultar amenazante, ya que a modo de protección contra el turista invasivo los extranjeros son recibidos con una frialdad en ocasiones rayana en la hostilidad. Merece la pena aventurarse dentro, en cualquier caso, e igualmente en sitios tan impredecibles como el Bar Lucie (Dalimilova 5), famoso por el desgarro festivo de sus actuaciones musicales.
Para un buen número de entendidos, sin embargo, la mejor cerveza de Praga se toma muy cerca del inolvidable hermetismo de los Jardines de Waldstein, en U Sv Tomáše (Letenská,12), y llevan haciéndola desde 1358 los frailes de San Tomás.
Con actuaciones en directo de crooners, conciertos de fagot y un balsámico jardín vallado abierto en verano, resulta un lugar de visita casi obligada para los amantes de la cerveza que alquilan apartamentos en Praga.