Para ilustrar una de las formas posibles de apresurarse despacio recuerda Enrique Vila-Matas en el atrio de su libro El viajero más lento un relato chino recogido por Italo Calvino—quién mejor que un italiano para hablarnos de historias que vienen de Oriente—acerca del muy diestro artista Chuang Tzu, requerido por el emperador para dibujar un cangrejo. Chuang Tzu demandó cinco años y una casa con doce servidores como condición necesaria para realizar el encargo. Necesaria pero al parecer no suficiente, pues cumplido ese plazo aún no había acometido la tarea. Chang Tzu pidió entonces 1824 días más y le fueron concedidos. Llegado el último de ellos, en un único gesto, dibujó entonces el más perfecto de los cangrejos.
En un poema en prosa de José Ángel Valente, el pintor y el monarca son una sola persona, Hui-Tsung, un emperador chino que pinta “con la pericia de un experto en la contemplación de la naturaleza” una codorniz y un narciso en una esquina pues “ni el ave ni la flor pueden ser centro, sino tan sólo indicación del centro o guía del ojo que los mira para alcanzar la forma no visible en que el ave y la flor están inscritos.”
En lo que respecta a Estambul, sabemos por Kemal Bey, el personaje de Orhan Pamuk, que durante buena parte de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo no había en la ciudad ni un solo museo en el que se pudieran ver cuadros. Los aficionados a la pintura solían contentarse con ampliar fotografías en blanco y negro de pájaros y pintar sobre ellas o usarlas como modelos. Las fotografías podían ser también de otras cosas, pero los pájaros de Estambul se convirtieron entonces en uno de los motivos favoritos. A ellos se aplicaban los aficionados lenta y pacientemente, con una escrupulosa atención al detalle que los hermanaba hermética e íntimamente con los pintores orientales de pájaros y cangrejos, devolviéndolos tal vez de alguna secreta y vertiginosa manera a los tiempos remotos en que los turcos habían convivido con los chinos en Asia Central.
Pues los tiempos cambian siempre, esa parece ser su única esencia, y de ello da prueba en Estambul el Museo Dogançay, (Balo Sokak No: 42) que tiene el honor desde 2004 de ser el primer museo de arte moderno abierto en la ciudad. Situado en un edificio de cinco plantas y siglo y medio de antigüedad en el distrito de Beyo?lu, el museo está dedicado casi por entero a la obra de Burhan Dogançay, uno de los principales artistas turcos contemporáneos. Su interesantísimo trabajo gira en torno a la fascinadora impresión que en él han dejado, precisamente como testimonio del paso del tiempo, los muros de las ciudades de los más de 100 países que ha visitado, impresión que recrea en pinturas, obra gráfica varia, tapices, esculturas y fotografía.
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Paul Oilzum
Cuando alquile apartamentos en Estambul y visite el dinámico y moderno Beyo?lu, famoso por su vida nocturna, galerías de arte y espléndidos edificios neoclásicos y art noveau, dedíquele un tiempo al Museo Dogançay no se arrepentira