Hay ciudades cuyo encanto se dispara en los meses otoñales. Algunas como Cracovia cobran un tono especial e incluso tétrico. Imaginaos los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau (muy cerca de Cracovia) teñidos de marrones y grises. Es un placer también pasear por las calles de Ljubljana una vez dejamos atrás el calor del verano. Otra ciudad que podéis visitar este otoño es Toulouse, ¿queréis saber por qué?.
Author: C.Puisney
El gris de Auschwitz y Birkenau, Cracovia
Polonia sigue oliendo a campo de concentración y los tonos grises , si cabe, son más intensos cuando llega el otoño. A pocos kilómetros de Cracovia están dos de los mayores recintos nazis del mundo: Auschwitz y Birkenau. La estampa ya es espectacular de por sí, se siente el dolor y se huele la desesperación de los que un día habitaron allí. Y cuando llegan los meses otoñales se disparan algunos sentimientos, los palparéis a flor de piel. Desde luego es una experiencia inolvidable y muy constructiva (para que la historia no se vuelva a repetir) visitar los barracones donde se hacinaban las víctimas del terrible Holocausto nazi, las cámaras de gas, los crematorios e incluso las vías y el tren que en su momento llegaban lleno y siempre se iba vacío. Os puedo asegurar que estar allí pone la piel de gallina. Y lo dicho, estos campos de concentración se han convertido en un museo para que esta cruel historia no se vuelva a repetir jamás.
El ocre en Ljubljana, Eslovenia
Cuando se acaba el verano los colores se transforman, los verdes se tiñen de marrón, los árboles pierden sus hojas y los amarillos se vuelven anaranjados. Eso es inevitable vayáis al país que vayáis, aunque en el caso de Ljubljana el contraste es mayor. Del verde fosforito de la primavera y el verano, sus bosques se transforman en potentes tonos ocres casi dorados. Dicen de la capital eslovena que es una gran desconocida en Europa y es una pena porque se la compara siempre con Ámsterdam (por sus canales), con Praga por su elegantísima arquitectura y con Salzburgo por su ambiente joven. Lo cierto es que es una ciudad muy coqueta partida en dos por el río Ljubljanica y con un excelente patrimonio monumental. Os recomiendo visitar su castillo, el Puente de los Dragones de hace más de un siglo, el casco viejos y sus iglesias medievales que hacen de Ljubjiana muy atractiva en invierno, primavera, verano y otoño. Y, como no, un pueblecito de cuento que se llama Kamnik y se ubica a las afueras de la capital.
El rosa en Toulouse, Francia
La ciudad de Toulouse, de alrededor de medio millón de habitantes, gira en torno a sus 2 joyas más preciada: el rosáceo edificio Capitole y el río Garona, que nace en España. Entre Montpellier y Burdeos, entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, Toulouse es zona de paso y parada obligatoria para los europeos que deciden hacer el Camino de Santiago. Se le llamaba en esa época Vía Tolosana. En otoño se nota que se retoma y de qué manera el ambiente universitario. Allí encontraréis una fusión perfecta entre fiesta y cultura, historia y modernidad.
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