Ámsterdam es una ciudad bonita. Su centro está un poco sucio, pero sus canales son el asombro de muchos viajeros, y las casas que los franquean nos cuentan el apogeo del Siglo de Oro de la capital de Holanda. Por no decir lo acogedoras que parecen sus típicas houseboat…
No obstante, a mí Ámsterdam me dejó mucho que desear después de visitar los pueblos con encanto que la rodean. Mi familia y yo, que nos alojábamos en un apartamento en Ámsterdam, tuvimos que escoger bien los que íbamos a visitar, porque, aunque no lo parezca, Holanda es pequeña pero matona. ¿Queréis saber nuestro recorrido? Coged un mapa y situaros.
Edam, Volendam y Marken
Seguramente el primer nombre os debe sonar a queso. ¡Y no estáis equivocados! De esta pequeña localidad situada al noreste de Ámsterdam proviene esta famosa delicia, así como el queso Gouda es originario de la ciudad holandesa con el mismo nombre. Dejando la comida a un lado, Volendam, que se encuentra justo al lado, os gustará por su paseo al lado del dique. Para quien no está acostumbrado a ver el nivel del mar más alto que el de la tierra, es una experiencia sorprendente. Además, me encantó la arquitectura de sus casitas, sus barcas con amarres particulares y jardines bien cuidados a la orilla de los canales. Parece un paraíso para quien busque la paz de una tarde leyendo y haciendo jardinería.
Marken es diferente. Como se encuentra en una pequeña isla, el trayecto en bus hasta el pueblo es muy curioso, ya que de hecho se pasa por una extensión de tierra artificial. Nosotros fuimos a última hora del día, muy recomendable si no queréis encontraros con la turistada matutina que convierten el encanto de un sitio en el estrés de un parque temático. Marken es en realidad un pequeño pueblo de pescadores, con su cuidado puerto, sus casitas de madera y un faro solitario en medio de la nada. Puro encanto holandés.
Viajamos hacia el sur. Delft, una Ámsterdam mejorad
¿Hay algo más creíble que la recomendación de una holandesa? Nosotros conocíamos de toda la vida una mujer procedente de allí y, al contarle nuestros planes, la primera ciudad que nos aconsejó fue Delft. Así que después de un día de visita a Rotterdam y a los famosos molinos de viento de Kinderdijk, no pudimos evitar parar con el tren en el lugar del cual nos habían contado maravillas. ¿Y sabéis qué? Que me sedujo aún más que Ámsterdam, Edam, Volendam y Marken juntos.
Delft es limpia, ordenada, tiene muchas iglesias históricas, calles peatonales y sin ruido. Es como una Ámsterdam más rica y elegante. De allí procede el famoso pintor Johannes Vermeer y la famosa cerámica de Delft. El centro de la ciudad, típicamente holandés, está formado por una gran plaza con diferentes bares y restaurantes que le dan un ambiente agradable y acogedor. ¡Ahora espero que me creáis a mí también y os bajéis en la misma parada de tren!