La localidad valenciana de Buñol ha sabido reinventarse gracias a la Tomatina. Es la fiesta más popular, declarada de Interés Turístico Internacional, conocida no sólo a nivel regional, nacional y europeo, sino a nivel mundial. Una guerra de tomates donde no falta la bebida ni la comida. Os bañaréis en zumo de tomate. Es una batalla cuyo único arma es esta hortaliza. Es un buen plan si queréis desfogaros y acabar con el estrés que acumuláis el resto del año.
Foto: flydime
Se celebra siempre el último miércoles de agosto, (este año cae el día 28). Su origen en causal y su tradición tan arraigada que ya es inevitable no relacionar Buñol con el olor a tomate. La Tomatina es la fiesta más popular de este municipio de unos 10.000 habitantes. Cuando se acerca la fecha, duplica o incluso triplica su población.
Todo comenzó en un desfile de gigantes y cabezudos celebrado en el verano de 1944 con motivo de la festividad del Santo Patrón de la localidad. Ese día tuvo lugar un levantamiento de aquellos que no podían participar. Y fue entonces cuando empezaron a lanzar verduras contra el desfile. Fue espectacular. La batalla se repitió al año siguiente y, tras prohibirla varias veces, al final fue instaurada como fiesta oficial de Buñol en el año 1959. Era un clamor popular.
Se necesitan alrededor de 100.000 kilos de tomate, aunque siempre suelen ser cosechas de mala calidad. Más que nada porque no está la cosa como para desperdiciar alimentos en buen estado. Hay que decir además que los tomates suelen estar maduros. Ojo, si no pueden hacer daño. Los tomates proceden de la cooperativa de Xilxes (Castellón,) donde son menos costosos y se cultivan concretamente para la fiesta. La calidad es mala. Por eso se compran allí, para no tener que desperdiciar género bueno. Este año el ayuntamiento ha limitado el aforo a 20.000 personas, ya que el año pasado fueron 10.000 participantes más de lo previsto por el consistorio valenciano.
Antes de la Tomatina (que es de 11h a 12h de la mañana) la fiesta también está asegurada. El pistoletazo de salida es la “Empalmà”, que consiste empalmar con el desayuno. La noche es joven. El día anterior, los comerciantes y vecinos se afanan en proteger las ventanas y las puertas, que acabarán embadurnadas de tomate. Cuando acaba la fiesta, río y ríos rojos corren por el pueblo. Y da la impresión de que allí se ha cometido, como poco, la matanza de Texas.
Un consejo que me acabaréis agradeciendo: De cara a ese día os recomiendo que os vistáis con la ropa más vieja y más fea que tengáis, porque sí o sí cuando os la quitéis va a ir directa a la basura. Así que comenzaron a tirar verduras, lo que derivó en una impresionante batalla campal de hortalizas voladoras. Para que no os hagáis daño en el lanzamiento, lo ideal es que uséis gafas protectoras y guantes. Es mejor que los tomates los aplastéis antes. Evitaréis así más de un moratón. Eso sí, os iréis a casa con la piel suave como el culito de un bebé ya que el tomate tiene propiedades muy nutritivas para el órgano más importante del cuerpo.
¿Cómo llegar a Buñol? Si vais en coche debéis coger la Nacional 3 y desviaros en la salida 332 (Buñol). En tren, podréis coger el Cercanias C-3 Valencia – Sant Isidre o incluso se puede acceder en autobús. Así que no tenéis excusa a una de las fiestas más divertidas de las Comunidad Valenciana, por supuesto siempre con permiso de las Fallas. Aviso: si vais, volveréis.
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