End Google Tag Manager -->
GLOBAL SHORT RENTALS


La torre Sapphire de Estambul

Al comentar los 48 maravillosos grabados del inolvidable libro de Antoine- Ignace Melling Voyagge pittoresque de Constantinople et des rives du Bosphore (París, 1819), observa Orhan Pamuk que pese a que en un mapa que se encuentra al final de la obra Melling detalla con seriedad académica y precisión topográfica desde qué esquina de la ciudad y mirando con qué ángulo realizó cada una de las pinturas en las que las estampas encuentran su origen, a él las imágenes le “producen la impresión de no tener centro ni final, como si fueran un rollo de escritura chino o los movimientos de cámara en algunas películas en cinemascope”. Tal sensación le devuelve ineluctablemente a la infancia, pues así es como el Pamuk niño percibía Estambul. Esta sensación se ve intensificada por la presencia en los grabados—no obstante la distancia temporal de siglo y medio que separa ambos periodos—de paisajes similares a los que él conoció en sus primeros años de vida, antes de que las evocadoramente bellas colinas, laderas y cañadas del Bósforo se fueran cubriendo de feos bloques de pisos en la segunda mitad del siglo veinte.

torre sapphire istanbul

Su impresión general es que las imágenes de Melling han salido de una suerte de paraíso intemporal para entremezclarse con su vida presente, en un movimiento del alma tal vez no del todo diferente al que resuena en las palabras del escritor de Samoa Albert Hanover cuando escribe que para él la Edad Media es un periodo esencialmente joven, vibrante y melancólico porque así era él cuando lo estudió, siendo en gran medida su memoria del medioevo el recuerdo de su propia juventud y viceversa.

A Pamuk también le llama la atención que en los grabados de Melling, que en más de un aspecto remiten a las miniaturas iraníes, no falten cuidadosos detalles arquitectónicos fuera del alcance de los pintores orientales, tales como las torres de Leandro o de Üskürdar vistas desde los jardines de Pera o la del palacio de Topkapi pintada a través de las ventanas de un café de Tophane. Dichas torres constituían entonces algunos de los edificios más altos de la ciudad y lo siguieron siendo durante décadas, hasta que la corte otomana dejó de ver el Bósforo como una guirnalda de pueblos de pescadores rumíes y empezó a considerarlo el lugar donde instalarse y desarrollar también arquitectónicamente su creciente atracción por Occidente.

Una atracción que, nunca mejor dicho, alcanzó su máxima cumbre el pasado marzo con la inauguración en pleno distrito financiero de Levent y Maslak de la torre Shappire, http://www.istanbulsapphire.com/, el edificio de oficinas y viviendas más alto de Europa, dotado de amplios jardines interiores, un campo de golf de nueve hoyos a 163 metros de altura desde cuyo green los ojos se complacen en la visión de dos mares: el Negro y el Mármara, un ascensor capaz de recorrer sus 261 metros en a penas sesenta segundos y un novedoso sistema de calefacción que absorbe la luz solar por medio de vigas ultravioletas manteniendo una temperatura constante de 22 grados.

 

Paul Oilzum Only-apartments AuthorPaul Oilzum

Aunque tal vez cueste un poco imaginarla en un grabado, la torre Sapphirees es todo un símbolo de la nueva Turquía que no podrá dejar de ver cuando alquile apartamentos en Estambul