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5 razones por las que visitar Budapest te transformará

¿Estás cansado/a de viajar y no ver más que las mismas imágenes que encuentras en Internet pero en carne y hueso? A mí es un hecho que me preocupaba mucho cuando estaba preparando un viaje a Budapest en familia. Como es un destino que se ha puesto tanto de moda, ya había visto previamente miles de fotos colgadas en las redes sociales, y creía conocer la ciudad como si ya hubiese estado.

Pero me equivoqué. Realmente Budapest es una capital impactante en todos los sentidos: los edificios, el contraste entre la riqueza y la pobreza, una lengua muy diferente… Las típicas imágenes del Parlamento se quedan muy cortas. Hay mucho más por descubrir, tanto que volverás y serás otra persona, aunque acabes colgando las mismas imágenes que todo el mundo… ¿Quieres saber qué te va transformar?

1. Las vistas a Pest de noche te dejaran sin palabras

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Subir todas las escaleras de Buda después de un largo día haciendo turismo sin parar tiene su recompensa. ¡Qué espectáculo! Al anochecer, los viajeros románticos se colocan en la muralla del Bastión de los Pescadores y esperan ansiosamente los minutos que faltan hasta el encendido de luces de Pest. 3, 2, 1… y el Parlamento, El Puente de las Cadenas y todos los demás edificios emblemáticos se iluminan frente a mis ojos, y todo el cansancio desaparece al instante… ¡yo de allí no me voy! Y tú tampoco querrás apartar la mirada de las vistas de noche más bellas que nunca hayas tenido.

2. El parque de la Isla Margarita te volverá adicto al deporte… ¡y a las siestas!

Si las vistas a Pest te hacían el efecto de un buen café matutino, no puedo decir lo mismo del parque kilométrico situado ni más ni menos que en medio del Danubio. La Isla Margarita es una extensión con campos verdes, pequeños jardines, y una mágica fuente que se vuelve de colores por la noche. Nada más adentrarme a lo que parece un Hyde Park al estilo húngaro, ya me arrepentí de no haber traído el mantel de picnic. Y no solo para comer, sino también para echar la típica siesta que tanto me gusta, especialmente cuando ya no siento mis piernas (igualmente me tumbé, claro está).

No obstante, también está la opción de ir a hacer running a primera hora de la mañana, ya que hay miles de recorridos (el más típico de ellos es rodear el parque), ¡e incluso verás runners con sus hijos en carrito!

3. El laberinto del castillo de Buda te dejará sin aliento

¿Te acuerdas de las típicas historias de caballeros que te contaban de niño, sobre prisioneros de guerra a los que encerraban en las mazmorras del castillo? ¿O bien te encantan las películas de piratas y aventuras? Entonces no dudes en entrar al laberinto del castillo de Buda. Después de bajar unas escaleras un poco claustrofóbicas, nos adentramos en unos túneles subterráneos iluminados y decorados de una manera escalofriante, además de percibir un notable descenso de la temperatura. Lo que me impresionó más fue un tramo donde no hay luz, en el que te orientas guiado por una cuerda atada al lateral del túnel, y de esta manera ves realmente lo horroroso que era ser prisionero en aquel castillo. Seas miedica o no, vas a salir de allí con el corazón a cien y agradeciendo que hoy en día solo sea una atracción turística más.

4. El ambiente de los Ruin Pubs de noche te hipnotizará

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Como acertadamente me recomendó @vero4travel, la última noche en Budapest la vivimos en los famosos ‘bares en ruinas’. Sofás y sillas salidos del trastero, paredes viejas y con grafitis, y decoraciones de luces, lámparas… todo es útil para conseguir un buen ambiente en Budapest. Eso sí, cuesta mucho escoger el sitio donde sentarse, ya que todos los locales presentan una atracción irresistible: comida abundante, gente amable y buena música. Vas entrando a uno, después a otro, y otro… y se acaba convirtiendo en un círculo hipnotizador.

5. Un paseo por el Danubio hará que te crezcan escamas de pez

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Aunque el Danubio no sea tan azul como dicen, un paseo por el río te va a enamorar. Nosotros queríamos ir un paso más allá y cogimos una barca hasta Szentendre, una pequeña ciudad a la orilla del Danubio, famosa por sus múltiples iglesias y ni más ni menos que 16 museos. Es bastante turística, pero vale la pena visitarla en un día aunque solo sea para ver el precioso recorrido fluvial que se extiende al norte de Budapest. Si os da tiempo, visitar Visegrád (aún más arriba) es también muy recomendable. Mi familia y yo no llegamos allí por falta de tiempo, pero nos quedamos con las ganas de ver su palacio medieval.

Así que… ¡no te engañes! visitar los sitios es totalmente distinto a ver fotos de tus amigos.