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Con el otoño, Madrid pone su mejor cara. Se retoma la actividad en cafés y restaurantes, en calles y paseos, en plazas y museos. Después del letargo veraniego, parece que cada cosa está en su sitio y no solo lo referente a la vida laboral sino, también, a esa pequeña parcela de ocio que dejamos para el desarrollo del espíritu y el intelecto. Retomamos las exposiciones, el teatro y, por supuesto, los conciertos de música.
Y si hay en la capital de España un espacio de cita obligada para los melómanos, este es, sin lugar a dudas, el Teatro Real de Madrid, uno de los mejores palacios de la ópera de Europa. Aunque solo sea para disfrutar de alguno de los conciertos programados, merece la pena acercarse hasta la Plaza de Oriente o hasta la de Isabel II. Si, además, se trata de la puesta en escena de alguna ópera, la velada será más que completa. En el Real, la temporada da comienzo el 30 de septiembre con la obra Elektra (1909) de Richard Strauss (1864-1949).
Mucho se ha hablado de la segunda ópera de Strauss, la primera en colaboración con el libretista Hugo von Hofmannsthal (1874-1929), y cuyo nivel de disonancia llegó al límite en la carrera del compositor alemán. Elektra tiene el carácter experimental y transgresor con el que se revisten las expresiones artísticas de toda índole en la Europa de las primeras décadas del siglo XX. Menos conocida que sus poemas sinfónicos, como Así habló Zaratrusta de 1889 y Don Quijote de 1897, Elektra se basa en la obra clásica homónima.
El drama de Electra fue originariamente narrado por Homero, pero ya los autores de la Antigüedad hicieron sus particulares versiones. Ha llegado hasta nosotros obras completas o fragmentos dispersos de Sófocles, Esquilo y Eurípides y su sentido simbólico está tan enrevesado que ha merecido la atención de un investigador de la altura de Friederich Engels (1820-1895), quien concibió los avatares de Electra como un hito en el paso de una estructura matriarcal a la patriarcal. Interpretaciones psicológicas aparte (nada más tenemos que recordar el Complejo de Electra promulgado por Freud), el mito cuenta, muy resumidamente para no aburrir al lector, que Electra, con la ayuda de su hermano Orestes, da muerte a su madre Clitemnestra y a su amante Egisto, en venganza por el asesinato de su padre (se supone que a manos de la matriarca y su nuevo favorito). Aunque en la leyenda clásica Electra sobrevive a tanta trifulca familiar, Richard Strauss, tal como mandan los cánones de la ópera, hace que su heroína fallezca en el acto final.
La soprano americana Christine Goerke (1969), galardonada con un Premio Grammy, en el papel de Electra, estará acompañada por el tenor Chris Merrit (1952), quien interpretará a Egisto, y por el bajo barítono Samuel Youn que dará vida a Orestes. En el Real no pueden faltar los acordes de la orquesta Sinfónica de Madrid y las voces del Coro Intermezzo. Los organizadores han seleccionado una producción y puesta en escena de extremada originalidad y modernidad. Una inauguración de temporada que ningún melómano que se precie se puede perder.
Candela Vizcaíno
La función comienza a las ocho y los domingos a las seis, así que hay que tener reservado alguno de los apartamentos en Madrid para asistir a este estreno.
