Parece indiscutible que, desde el auge de la corriente conocida como freak-folk con la que fue inaugurado de la mano de talentos tan destacados como Devendra Banhart (principal responsable de la revalorización del primer y hasta entonces arrumbado en el olvido disco de Vasthi Bunyan), CocoRosie o Joanna Newsom, uno de los fenómenos más sensibles y reseñables de la música independiente del siglo en curso es el retorno o la presencia de lo tradicional, las raíces, el folklore. Es como si de alguna manera el desgarro característico de la música alternativa hubiera sido substituido por una melancolía de hondos tintes líricos que halla su mejor expresión en las formas tradicionales de la canción.
Repasando, por ejemplo, tan solo las listas de las revistas especializadas de los discos más destacados del pasado año, destaca la presencia de los estupendos trabajos de artistas como PJ Harvey, Bill Callahan, Gilliam Welsh, Fleet Foxes, Josh T Pearson, Bon Ivers, Wilco, Jonathan Wilson, The Jayhawks, o The Black Keys, por mencionar tan sólo unos cuantos nombres, todos ellos de un modo u otro directamente vinculados con la canción tradicional, se trate de country, blues, folk o bluegrass.
Más de un crítico ha asociado este retorno a las raíces—con sus variados, estimulantes e innovadores giros—a una necesidad de verdad y de autenticidad cada vez más perentoria en un mundo caracterizado por la creciente cosificación de la experiencia producto del uso dominante de las redes sociales y los medios de comunicación de masas. Verdad y autenticidad que tendrían también que ver con la voluntad y el impulso de hablar de las cosas que han importado siempre (el amor, la melancolía, la nostalgia, la muerte, el paso del tiempo…), ese número limitado de asuntos y metáforas, tan limitado que acaso pueda contarse holgadamente con los dedos de las manos, cuyas infinitas variaciones conforman según Borges el universo de la creación humana.
Los muy recomendables The Sadies, que ofrecerán uno de sus a menudo inolvidables conciertos en la sala Sidecar Factory Club de Barcelona el 13 de marzo (http://www.sidecarfactoryclub.com/web/index.php?option=com_eventlist&Itemid=&func=dayviewtip&day=2012-03-13&el_mcal=1) constituyen tal vez un ejemplo perfecto de esta tendencia. Orientados principalmente hacia un folk-rock de marcado componente country, son varios los elementos que los hacen especiales al margen de sus a menudo estupendas canciones. Uno de ellos es sin duda su vinculación con Toronto, ilustrativa una vez más de ese especial e indefinible toque canadiense a la hora de aproximarse a la música que cabe dentro de la etiqueta de Americana, apreciable en artistas tan diferentes y sustantivos como Neil Young, The Cowboy Junkies, Basia Bulat o Leonard Cohen por poner sólo unos cuantos ejemplos. Otra es su proximidad a una de las vertientes más fértiles e interesantes del post-punk, ejemplificada por su colaboración habitual con artistas tan importantes como Jon Spencer o Steve Albini.
Y finalmente, en relación directa con lo anterior, está su rotundo, salvaje y espectacular directo, realzado por su clásica indumentaria de trajes de lentejuelas y corbatas mínimas, que nos extrañaría pudiera usted olvidar si se acerca a verlos cuando alquile apartamentos en Barcelona