Imposible imaginarse la ciudad vasca sin su monumento, el emblemático Museo Guggenheim, obra del aclamado Frank Gehry y uno de los arquitectos más famosos del siglo XX. El icónico edificio se convirtió en símbolo del resurgimiento de una ciudad e imagen de un proceso que hoy se conoce como “el efecto Bilbao”.
Concretamente, dicho efecto narra la historia de transformación de una ciudad industrial que se encontraba en una profunda crisis social y económica. Todo esto, a partir de la construcción de un edificio – el Museo Guggenheim diseñado por Gehry. Un edificio cuyo extravagante diseño pretendía poner a Bilbao de vuelta en el mapa internacional. El “efecto Bilbao” no fue, por tanto, fruto de la serindipia, si no parte integral de un plan urbanístico con el fin de posicionar la ciudad vasca como urbe emergente en Europa y competidora dentro de la economía global.
Un plan que ha tenido éxito, ya que actualmente Bilbao es uno de los top-destinos turísticos en Europa para amantes de la cultura. Situado al lado del río Nervión se erige este original Museo Guggenheim – una impactante estructura cubierta de titanio, que evoca la imagen de un gigante pez exótico. Y fue precisamente el mundo marino lo que le sirvió a Gehry como punto de partida en su proceso de creación. Con el fin de deshacerse del peso de la historia de la arquitectura, el artífice decidió ir aún más atrás en la creación de la tierra, cuando aún reinaban los peces y los reptiles. El resultado es un rompedor concepto estético, que de alguna manera captura en una obra estática el dinamismo del movimiento de los peces. Gehry confiesa que a él mismo inicialmente le costó ver la belleza de su propia creación, pensando que le había hecho un gran desfavor a la ciudad de Bilbao regalándole esta inusual pieza. Sin embargo, a lo largo del tiempo, empezó a aceptar esa misma obra que lo convertiría en uno de los arquitectos más importante de nuestros tiempos.
El camino de Gehry hacía esa fama internacional no fue recto ni fácil. Arquitectos lo marginalizaban por su estética, adjudicándole el lugar de artista, mientras que desde el mundo del arte se le veía como arquitecto. Sin embargo, ese lugar marginal entre las disciplinas le permitió liberarse de sus respectivos cánones y, así, desarrollar un lenguaje absolutamente nuevo. La estética de Gehry ha influenciado a una camada de arquitectos de la próxima generación cuyas obras se decantan por el mismo efectismo que hizo famoso al creador canadiense, como Rem Koolhaas o Zaha Hadid. Autores de una estética grandiosita que poco tiene que ver con el modesto minimalismo de la arquitectura moderna.
El Museo Guggenheim en Bilbao es indudablemente una obra de arte en sí y se ha convertido en el símbolo de progreso de toda una ciudad. Sin embargo, cabe recalcar que esta transformación no sólo se debe al impresionante edificio, si no, en esencia a un complejo conjunto de acciones tomadas en pos de deshacerse de una estructura industrial obsoleta.
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