Si el viajero ha soñado con una ciudad de cuento, de esos lugares donde te esperas que salgan personajes mitológicos, princesas encantadas, gnomos, duendes, brujas y hechiceros, entonces estaba visualizando Tallín, la capital de Estonia.
Si bien la ciudad rebosa de actividad comercial y presume de flamantes edificios nuevos, es en su bien conservado Casco Viejo donde el viajero se sentirá transportado hacia un lugar de auténtica magia. La Ciudad Vieja de Tallín pertenece a la lista del Patrimonio de la Humanidad. Conserva el entramado de las callejuelas medievales y gran parte de las torres de la muralla. Comencemos el recorrido sin más dilación.
¿Qué ver en Tallín?
1. El centro del Casco Antiguo o Vana Tallinn en estonio. Hay que dirigirse a la plaza principal flanqueada por bellos edificios pintados en amarillo y blanco y coronados con tejados rojos. No hay que perderse su singular Ayuntamiento del siglo XV en estilo gótico con su alta torre coronada por una veleta. Los amantes de lo exótico pueden adquirir alguna infusión o hierba medicinal en Raeapteek, en una esquina de la plaza. Esta farmacia aparece en un documento del siglo XV, así que ostenta el título de la más antigua de Occidente.
2. La Iglesia de San Olav y la Iglesia del Santo Espíritu son imprescindibles. Hay que detenerse en la Calle de la Pierna Larga, en el Callejón del Pan, en el empedrado y onírico Pasaje de Santa Catalina o en la Calle Pikk con el original edificio circular conocido como Molino de los Caballos. Otra construcción semejante es la Torre Gorda Margarita.
3. De postal o de cuento es la Catedral de Alejandro Nevsky con las fachadas pintadas de blanco y coronadas por torres circulares de inspiración oriental. Aunque parece antigua, es de inicios del siglo XX, cuando en toda Europa se puso de moda las construcciones neogóticas. La belleza de su interior reside en su colección de iconos religiosos. La catedral “tradicional” de Tallín es la de Santa María, del siglo XIII. Aquí están enterrados los prohombres y mujeres piadosas de la capital. Por eso, sus altares están repletos de escudos nobiliarios.
4. Una visita a la capital de Estonia no está completa sin un recorrido por las torres que jalonan la antigua muralla. Solo algunas están abiertas al público y tienen usos diversos. En una de ellas hay una exposición permanente de armas y armaduras medievales. Y otra tiene un acceso a los túneles y subsuelo de la ciudad.
5. A las afueras de la ciudad se encuentra el Palacio y Parque de Kadriorg, en el barrio homónimo y hoy sede burocrática del país. Parte del Palacio ha sido reconvertido en museo de arte. En los alrededores, junto a mansiones aristocráticas y burguesas, se ha conservado un buen conjunto de casas tradicionales de madera.
Los viajeros que dispongan de más tiempo pueden acercarse al Barrio de Pirita. Lo mejor de la zona son las ruinas del Convento de Santa Brígida. La techumbre ha desaparecido y las paredes de piedra nos producen una emoción semejante a la Iglesia del Carmen de Lisboa, destruida tras el terremoto.
Otra recomendación es reservar alguno de los buenos apartamentos en Tallin, ya que este emplazamiento del norte de Europa hay que paladearlo tranquila y lentamente. ¡Otro día más lugares de interés!