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El arte de la pintura: Vermeer

Dicen que más de un viajero ha soñado con seguir un itinerario cuyas únicas paradas fueran los lugares donde pueden verse cuadros de  Johannes Vermeer de Delft. Aunque esto les llevara a un conjunto reducido de países y ciudades, separados sin embargo por grandes corrientes fluviales y océanos, los pliegues en el espacio y el tiempo de tal periplo serían abismales.

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Otros se contentarían con ir de ciudad en ciudad para observar simplemente aquellos cuadros suyos donde aparecen mapas para observarlos ensimismados. Pese a que en principio habrían de visitar muchas menos ciudades, con toda probabilidad esto tan sólo constituiría el preludio de un viaje mucho más largo. Un viaje inacabable, como inacabables parecen todos los cuadros de Vermeer, uno de los artistas que más directamente asociamos con la idea del misterio de lo cotidiano, con ese lorquiano pulso herido que ronda las cosas del otro lado que tanto fascinaba a Cortázar. Lo curioso en Vermeer es que ese otro lado se exprese la mayor parte de las veces a través de la claridad de una luz de una precisión casi fotográfica. Quizás es esa una de las razones por las que Vermeer sea un pintor tan esencialmente literario. Pues si es verdad, como parece ilustrar el caso de Rimbaud, que el destino de la literatura es el silencio, éste es uno de los grandes protagonistas de los cuadros de Vermeer, todas las cosas que quedan sin decir, sin leer, sin expresar, por debajo o por encima de de la literalidad de las escenas, de esa incomparable cualidad de naturalezas muertas hechas de figuras humanas que caracteriza su obra como la de quizá ningún otro pintor conocido

No sólo en las cartas, sino también en los mapas de Vermeer reside, metáfora del mundo, esa realidad silenciosa que ha de ser interpretada. Hay siempre un abismo y un misterio en todos los mapas, no importa lo clara y precisamente que estén dibujados. Es el mismo vértigo que percibe y expresa un personaje de la película Sacrificio de Tarkovski cuando,  observando las formas curiosas de antiguas cartas geográficas, comenta lo curioso que resulta que todas las culturas hayan pensado siempre que su representación del mundo era correcta y acertada.

La precisión cartográfica de los mapas que aparecen en los cuadros de Vermeer parece pedir a gritos ser interpretada, es decir descifrada. Pero con los únicos instrumentos de la imaginación, el deseo y la memoria—acaso como la vida misma—puesto que, de haber existido alguna vez, hemos perdido la clave necesaria para ello, tal vez incluso en alguno de los lugares contenidos en la representación de esos mismos mapas.

Así  Dalí no sólo localizó en ellos un lugar fabuloso, la Alta Mongolia, “ese país que tanto hemos deseado”, sino que mandó a él un equipo de exploradores para rodar un documental cinematográfico que es, desde el mismo nombre, un homenaje directo a Raymond Roussell, otro insigne explorador de, perdón por la redundancia, mapas imaginarios.

 

Paul Oilzum Only-apartments AuthorPaul Oilzum

Alquila apartamentos en Viena y visita su museo Kunsthitorisches donde se exhibe El arte de la pintura de Vermeer (26 de enero-25 de abril 2010). No parece mal lugar para empezar la travesía.