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El Molino de Barcelona

Cuando hace 114 años el dueño de una modesta taberna entre el Barrio Chino y el  Poble Sec decidió vender su negocio difícilmente podría imaginar que su local habría de convertirse en poco tiempo en el mítico El Molino, el cabaret más rutilante del Paralelo, una de las calles más babilónicas de la Europa de la Belle Epoque, trufada de tantos teatros, cines, cabarets, salas de baile, espectáculos de music-hall, cafés e incluso circos que era conocida como el Broadway de Barcelona.

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Hablábamos antes de hado para respetar cierta extraña fatalidad de tipo geomántico-astrológico guardada como en un cofre de oro dentro del propio nombre de la  calle, pues el trazado de esta amplia y larga avenida coincide escrupulosamente con el del paralelo terrestre 41º22´34″ norte. Es tal vez ese sentido de destino lo que ha hecho que la calle y el Molino aguantaran el tipo dignamente durante los terribles años de represión franquista después de la Guerra Civil (al final de la cual, bien se ha dicho, no llegó la paz sino la victoria) que entre otros actos garbanceramente grotescos le quitó oficialmente al Molino su color rojo (llamado originariamente El Molino rojo siguiendo la estela del celebrado cabaret de Montmartre, el general Franco obligó a la sala a renunciar al epíteto en aras de su particular cruzada contra el comunismo y en defensa de la civilización occidental cristiana—para lo que, parafraseando a Unamuno, no se puede decir que empleara demasiado a menudo métodos civilizados, ni occidentales, ni mucho menos cristianos).

Como el hado hizo también que el aura del Paralelo no desapareciera del todo cuando a partir de finales de los años sesenta se empezaron a imponer masivamente otras formas de entretenimiento y  que viva hoy día una suerte de Renacimiento con la apertura, entre otras cosas, de nuevas salas de teatro, la nueva y vanguardista apuesta culinaria de Ferrán Adriá y, de manera especialmente emblemática, la reapertura del Molino (http://www.elmolinobcn.com/), las aspas de cuya fachada permanecen iluminadas por luces leds toda la noche sirviendo de bandera a la calle, el 13 de octubre de 2010 tras trece años de cierre que sumieron al barrio en un duelo triste y sentido más allá de las palabras.

La programación actual apuesta claramente por recuperar la atmósfera del cabaret del Berlín de la República de Weimar a través del Burlesque, un genero revitalizado en los últimos años de la mano, y el cuerpo, de personajes tan fascinadores como Dita von Teese.

El toque vintage con ciertos tintes gaudinianos de la picardía, el liguero, el corsé, el transformismo y las acrobacias es protagonista todas las noches en El Molino, mezclándose a la hora de comer con clásicos musicales de la música disco, caribeña y de revista, y con el tango y el flamenco en el afamado espectáculo de varietés The Molino Lunch Show.

 


Paul Oilzum

Los tiempos de crisis y decadencia presididos por presagios y sensaciones apocalípticas son terreno propicio para el lúdico y vibrante hedonismo del cabaret. Compruébelo por sí mismo dejándose caer por El Molino cuando alquile apartamentos en Barcelona