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El 1900 es un entramado complejo, un tejido de dimensiones culturales que convergen en un cruce al que llamamos fin de siglo. En un contexto de heterogeneidad de pensamiento estallará un gran movimiento ecléctico y sincrético.
El sujeto fragmentado se convierte en multitud. Esta metamorfosis del individuo es la consecuencia de un cambio en el entorno: la opresión que ejercían las murallas en una sociedad en pleno crecimiento, hizo replantear una nueva trama urbana, la construcción de la ciudad moderna. Un bando hecho público el 27 de junio de 1843 decía: ¡Abajo las Murallas!. Este fue el inicio del derribo de una barrera que oprimía y ahogaba una ciudad que pedía a gritos poder expandirse y respirar. Sin duda, esto marcará un punto de inflexión en la historia de Barcelona, el paso de la ciudad antigua a la gran urbe industrial.
A partir de este momento, con la desaparición de las viejas murallas medievales, la construcción del “Eixample” el 1867 (diseñado por Ildefons Cerdà) y la anexión de numerosos municipios independientes el 1897 (Gracia, Sants, Sant Martí de Provençals…), Barcelona se convierte en un núcleo de vanguardia en el cual convergen el desarrollo urbanístico, industrial, comercial y artístico.
Con una sociedad compleja, la ciudad condal supera el binomio burguesía-proletariado. Las buenas famílias de la capital se implicarán en la revolución industrial, apostando por la modernidad y el progreso, para tener el control del poder político y económico. Este enriquecimiento resultará insostenible, creando grandes desigualdades con la clase obrera, que pronto luchará por sus derechos. El embellecimiento de la ciudad cada vez iba a más, pero desgraciadamente las diferencias sociales también eran cada vez más notables. El lujoso centro de Barcelona (Paseo de Gracia, Rambla Catalunya…) contratastaba con la miseria de las zonas circundantes, con un paisaje de fábricas humeantes al Raval, Sant Martí de Provençals, la Barceloneta… A su vez, el movimiento anarquista quiere transformar el sistema, llevando a cabo, de forma profética, la “misión histórica del pueblo”, desencadenando a partir de 1893 los atentados acratas.
Culturalmente, se recupera la Universidad. Además empezarán a florecer espacios y entidades asociativas que tendrán un efecto social muy fuerte, puesto que actuarán como pequeños núcleos de acción y de intercambio de ideas (políticas, culturales y artísticas).
La nueva Barcelona, culta y hermosa, será conocida como el París del Sud, el Manchester del Mediterráneo (por la vocación de capital industrial, la gran “Fábrica de España”), la Rosa de Fuego (por el anarquismo y la conflictividad social), la ciudad de las bombas (por los atentados), la Perla del Mediterráneo (por su situación portuaria privilegiada) o la ciudad quemada (por la quema de conventos en la Semana Trágica, el 1909). Visiones y significados diferentes, formas de ver y vivir la ciudad, son las miradas de la Barcelona de 1900, un continuo juego entre los ideales de una ciudad soñada y el sufrimiento de una urbe quebrada y enfrontada. Un espacio escénico donde cada elemento juega su papel. Como decía Teresa-M Sala, son las imágenes de la vida moderna: ideales, sueños y realidades.
Conocer el pasado es entender el presente y para ello podéis viajar a través de la historia con esta película: Barcelona, perla del Mediterráneo (Cabot Films, 1912), producida por la Sociedad de Atracción de Forasteros, para promover el turismo de la ciudad.
Cinta Blanch
¿Quieres vivir en primera persona el nacimiento de los apartamentos en Barcelona Vive el pasado y experimenta el presente.
