Bilbao está situada al norte de la Península Ibérica, en el País Vasco o Euskadi, como se dice en idioma vasco (o euskera). Es la capital de la provincia de Vizcaya. Este territorio, junto con en el resto de provincias vascas, Álava y Guipúzcoa, forman parte del llamado territorio histórico.
En estas provincias hay un fuerte sentimiento nacionalista vasco que reivindica su condición de nación, puesto que tienen un idioma propio (cuyas raíces aun son inciertas por su gran complejidad y antigüedad), por su historia y por sus tradiciones comunes.
Bien, dicho esto, que justifica la particularidad y lo especial de este territorio, que empiece la diversión, que en Bilbao, por cierto, la puedes encontrar a montones.
Hablemos de comer y de beber:
los pintxos vascos, famosos en el mundo entero, te harán babear. En Bilbao la cosa va así: las barras de los bares están cubiertas de pintxos (una rodaja de pan con diferentes ingredientes encima, hay infinidad de variantes, a cual más rica) que llevan un palillo. Antes de marchar, el camarero contará los palillos en tu plato para saber cuántos pintxos te has comido. Aunque no te atiborres en el primer bar porque en Bilbao es costumbre ir de bar en bar, tomarse un vinito (o un kalimotxo) y un pintxo (o dos) y cambiar de bar otra vez, así pruebas gran variedad de pintxos. El vino vasco por excelencia es el txacolí, blanco y fresquito y con una peculiar manera de servirse…ahí lo dejo. Aunque si eres más de comer sentado, los vascos también tienen una amplia variedad de platos marca de la casa como las cocotxas de bacalao al pil pil, la merluza a la kokxera o el txangurro, por nombrar sólo unos cuantos.
El casco antiguo o “las siete calles”, como lo llaman los bilbaínos, está lleno de bares y restaurantes donde podrás ponerte fino a pintxos, pero también es un lugar precioso, muy bien conservado y lleno de tradición por el que te gustará pasear y descubrir sus callejuelas.
Hablemos de arte:
el museo Guggenheim, un museo cuya arquitectura ya es una obra de arte en sí, obra de Frank Gehry. También, el Alhóndiga Bilbao, obra de Philippe Starck, donde se restauró una antigua bodega para dar paso a un centro cívico cultural con piscina con fondo transparente, por lo que al entrar en el centro, puedes ver los pies de los bañistas. Para ver arte contemporáneo y callejero, entra en el Apetit Gallery(Conde Mirasol 11) y si te gusta la fotografía, pásate por el Espacio Marzana (Muelle Marzana 5).
Hablemos de música:
Bilbao tiene una gran tradición musical donde reina el “rock radical vasco” de influencias en grupos como los Ramones, The Clash o Sex Pistols, que estuvo en auge sobre todo durante los 80 con muchos grupos locales. Queda aún algo de todo aquello. Si es lo que buscas, ve a L’Mono o al Gaztetxe de Irala. Pero si quieres bailar a ritmo de indie, vuelve al casco viejo y entra en el Bullitt o en el Kremlin.
No dejará de sorprenderte, encuentra dónde quedarte en Bilbao y descúbrelo tú mismo.