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Lisboa nació para ser amada, la capital lusa cuenta con muchos lugares de interés, sin embargo, hasta esta tercera visita no había podido disfrutar de un paseo para recordar a orillas del Tajo, totalmente desconocido para mí, y parece ser que para las guías y blogs que consulté también. Hoy os cuento mi secreto mejor guardado: mi rincón favorito en Lisboa.
Desde Praça Do Comerço hasta la Torre de Belém distan 8 kilómetros apasionantes para descubrir lugares y sensaciones disfrutando de la magia de un Domingo soleado.
Os recomiendo tomároslo con calma realizando varias paradas para disfrutar del paisaje. A la altura de Cais Do Sodré, podréis encontrar esta cafetería-quiosco para tumbaros en sus hamacas y disfrutar del sabor del café mientras observáis el puente 25 de Abril y el Cristo-Rey de Almada donde uno creerá estar entre San Francisco y Río de Janeiro por la similitud de los monumentos.
Una vez hayamos repuesto fuerzas y energías, os recomiendo seguir el paseo, allí os cruzaréis con todo tipo de personas realizando múltiples actividades, los que van en bicicleta, los que utilizan el skate, las personas que realizan running o los que, como nosotros, deciden caminar para realizar todo tipo de fotografías.
Desde el café en el Quiosco de Cais Do Sodré hasta la siguiente parada hay una distancia de 2,8 kilómetros. Allí encontraréis todo tipo de bares y restaurantes, es la zona con más vida (a excepción de Belém) de todo el paseo. Restaurantes italianos, griegos y portugueses con mucho encanto te esperan con el menú del día, no obstante, si deseas tomar una bebida y un aperitivo para seguir caminando tendrás que acudir al irlandés y tal como dice en su entrada »Lovely Day For a Guiness»– Un día precioso para una Guiness- aunque he de confesar que al final no seguí su recomendación y me decanté por una deliciosa sidra irlandesa con un intenso sabor a manzana acompañado de una tapa de Queso de Alentejo.
Podríamos decir que es una experiencia única »beber o comer debajo de un puente», y para estrenarnos, qué mejor que el más largo de Europa. Allí seguiremos nuestro camino hasta Belém mientras dejamos a un lado unas pistas de pádel, además de un espacio abierto y público para alquilar bicicletas y todo tipo de vehículos divertidos para los más pequeños mientras observamos a lo lejos uno de los monumentos más bellos del mundo, el de los descubridores.
Me gustaría añadir que a lo largo del camino te recomiendo mirar hacía atrás, las vistas que puedes tener son increíbles e impresionantes. Una vez dicho este consejo Vero4travel, antes de llegar al monumento de los descubridores te encontrarás un pequeño parque con palmeras, ideal para tumbarnos si contamos con comida realizando un mini-picnic. Por cierto… Si este puente estuviese en América Latina, ¿no os parecería el Caribe? :).
Después de caminar horas y horas llegaréis con una sonrisa de oreja a oreja para visitar los monumentos que nos guarda Belém, desde los descubridores hasta la Torre. Por cierto… ya que estás ahí, debes sacar fuerzas porque no puedes dejar pasar la ocasión de visitar el Monasterio de los Jerónimos y el parque del barrio con un templo tailandés. Por último y no menos importante, para acabar… entra y cómete el secreto mejor guardado de Portugal, los sabrosos pasteles de Belém que quieras, ¡tu esfuerzo ha merecido la pena!
*** En caso de que consideres que 8 kilómetros son demasiados tanto en distancia como en tiempo, te recomiendo utilizar el tranvía número 15 que conecta desde la Plaza del Comercio hasta Belém para que una vez allí recorras el paseo para vivir las sensaciones que os comentaba: familias de tres generaciones acudiendo juntos, niños jugando a la pelota o en sus bicicletas, personas corriendo, turistas fotografiándose con los monumentos. No dejes de escapar la oportunidad y disfruta del momento #OnlyBeFrom
Escrito por Jesús Martínez Reneo , Vero4travel
