Hay quien dice que el flamenco nació como la expresión artística de los campesinos de origen morisco al ver cómo eran expulsados de sus tierras. Otros aportan orígenes extravagantes y lo relacionan con las antiguas colonias españolas de Flandes (actuales Holanda y Bélgica). Teorías estrambóticas aparte, lo cierto es que el flamenco está documentado desde finales del siglo XVIII como una manifestación cultural propia de los gitanos pobres de Andalucía. Insignes historiadores de la talla de Demófilo (padre de los Machado), poetas de la universalidad de Federico García Lorca (quien gustaba de visitar los cafés cantantes de Madrid en su época de estudiante) o músicos como Manuel de Falla intentaron preservar los palos más antiguos. Son, además, los más profundos, melancólicos y tristes y los que fueron descartados de los espectáculos a favor de otros más alegres y bulliciosos. Mediante una labor de investigación y una promoción del mecenazgo se intentaba preservar la pureza de una manifestación cultural que, por entonces, principios del siglo XX, se veía amenazada.
Gracias a los cafés especializados y a la expansión de este cante y baile entre todos los estratos de la sociedad española, primero, y europea, después, el flamenco, al día de hoy, forma parte de la lista del patrimonio de la Unesco desde 2010. Aunque está relacionado con el folclore andaluz, no puede confundirse con él. Este arte tiene un claro componente de espectáculo (de personas que cantan, tocan y bailan y otras que observan) y no se entiende como participación popular. Hay quien apunta a la dificultad en su ejecución a la hora de bajarlo de los escenarios.
El flamenco lleva años traspasando fronteras de todo tipo y es muy apreciado en un país tan alejado de España como Japón. Pues bien, en ese trasvase de los límites, desde Andalucía ha llegado hasta Cataluña donde hay bastante afición y buenos intérpretes. En esta línea tienen lugar los espectáculos organizados en Barcelona bajo el título de Gran Gala del Flamenco. Los eventos se dividen en dos líneas: Gran Gala Flamenco y Ópera y Flamenco, una mezcla moderna de arias famosas con una puesta en escena siguiendo los palos más tradicionales. La temporada dura todo el año y los espectáculos se celebran tanto en el Palacio de la Música de Cataluña como en el Teatro Poliorama. Dejo aquí el link donde el viajero podrá ver distintas posibilidades de escenario y horario (http://grangalaflamenco.com/) y donde podrá adquirir las entradas vía online.
Una cita que no hay que perderse es la del día 4 de agosto a celebrar en ese templo de las musas que es el Palau de la Música Catalana, diseñado por un discípulo de Gaudí, Lluís Domènech i Montaner en un abigarrado estilo modernista. No solo se prestó atención a la acústica construyendo una platea en forma de herradura sino que, además, está tan profusamente adornado que el edificio en sí ya merece una visita.
El flamenco pone en escena intérpretes en solitario que se valen de los movimientos del cuerpo, del sonido profundo de la guitarra y el cajón y la voz desgarrada del cante para sumergirnos en un mundo de dulce derrota y pérdida.
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