End Google Tag Manager -->
GLOBAL SHORT RENTALS

La tumba de Inocencio VIII y la orden del Temple

La Historia, bien se sabe, es siempre la historia del presente. De manera necesaria, cada sociedad se plantea únicamente las investigaciones pertinentes a las circunstancias y los intereses que caracterizan y mueven su momento histórico determinado y en subordinación a tales circunstancias e intereses se priorizan, desestiman y silencian fuentes y datos—por otra parte siempre en extremo fragmentarios–para crear un determinado relato del pasado.

inocencio viii orden temple

Tal vez teniendo en cuenta estas consideraciones no desestimemos de inmediato la curiosa investigación que, a partir de diferentes elementos contrastados, llevó a Ruggero Marino (Cristóbal Colón, el último de los templarios) y a Javier Sierra (La ruta prohibida y otros enigmas de la Historia) a sugerir la impactante posibilidad de que Cristóbal Colón fuese un caballero templario—de ahí quizás las gigantescas cruces cosidas en las velas de las tres calaveras que pensamos salieron el 3 de agosto de 1492 del Puerto de Palos—y tal vez incluso de que hubiera llegado a América por primera vez extraoficialmente años antes de esa fecha con la ayuda de los conocimientos de la Orden.

Según el economista Jacques de Mathieu (Colón llegó después) algunos de los caballeros del Temple, como parece atestiguar, entre otras cosas, la figurilla precolombina de un hombre barbado en cuya túnica talar está tallada una cruz griega encontrada en la región boliviana de Carabuco, habrían explotado las minas de plata suramericanas durante los siglos XII y XIII (de ahí la misteriosa proliferación de moneda de plata templaria en Europa en esa época y el hecho de que los templarios hubieran establecido el puerto principal de su flota no mirando al Mediterráneo, como hubiera sido esperable y natural en el contexto del periodo, sino al  Atlántico, en la localidad normanda de La Rochelle) tras tal vez incluso haber llegado hasta allí buscando el rastro de alguna de las diez tribus perdidas de Israel.

Un indicio más para esta fascinante hipótesis podría tal vez encontrarse en el corredor izquierdo de la basílica de San Pedro en Roma. Concretamente en el magnífico monumento funerario del papa Inocencio VIII, un genovés singular—como parece haberlo sido Colón, según Ruggero Marino su propio hijo—, de ascendencia judía y abuela musulmana, cuyo nombre secular era Giovanni Battista Cybo, apellido en el que habría que encontrar el origen del nombre de Cuba, la primera isla pisada por Colón en su más célebre viaje.

Pese a que el papado de Inocencio VIII, iniciado en 1484, terminó con su muerte en julio de 1492,  una semana antes de que las naves de Colón zarparan oficialmente, en la inscripción en mármol negro de su tumba puede leerse claramente en latín “Suya es la gloria del descubrimiento del nuevo mundo”.

Naturalmente esto podría simplemente hacer referencia al hecho de que fue Inocencio VIII, el papa por cierto que dio el nombre de reyes católicos a la unión dinástica de los monarcas de Castilla y Aragón, quien abrió a Colón el camino hasta ellos una vez fracasado el intento de éste de persuadir a la corona de Portugal de que financiara la empresa.

 

 

 

 

Paul Oilzum Only-apartments AuthorPaul Oilzum

Sea como sea quizás quiera ponderar este supuesto misterio ante su impresionante tumba cuando alquile apartamentos en Roma