“Lo que puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y acerca de lo que no se puede hablar uno ha de callarse.” (Tractatus Logico-Philosophicus, 1921)
Ésta es, probablemente, una de las frases más conocidas y citadas en el campo de la filosofía contemporánea. Su autor es Ludwig Wittgenstein, filósofo austriaco que, nacido en Viena en el año 1889, revolucionó el campo con su mítico y rompedor escrito el “Tractatus Logico-Philosophicus”(1921) y es considerado por muchos como el pensador más importante del siglo XX. Pero las reflexiones de éste filósofo tuvieron un gran impacto más allá de la disciplina de la filosofía. Afectaron también, de manera profunda, las humanidades y las ciencias sociales. Y es por ello tan chocante que aún no se ha consolidado una consistente y homogénea interpretación de sus escritos. Nadie realmente ha llegado a descifrar, con absoluta certeza, el misterioso “Tractactus Logico-Philosophicus” en su totalidad.
De lo que sí estamos seguros, es que Wittgenstein aportó un importante impulso a lo que es la filosofía del lenguaje y que criticó severamente el escepticismo como disciplina filosófica, proclamando que si los escépticos ponían en cuestión la presencia real de su propia mano, tendrían que empezar por poner en cuestión al lenguaje mismo, ya que, según el filósofo, es lo que verdaderamente constituye nuestra realidad. En consecuencia, Wittgenstein contemplaba su investigación filosófica como trabajo terapéutico con el cual sanaría a la humanidad de los problemas filosóficos convencionales, y reiteraba que los límites del lenguaje mismo hacían ya imposible el ejercicio de nombrar esos problemas y, por ende, concebirlos.
Pero la fascinación por Wittgenstein no sólo se debe a sus escritos, que dan prueba de su incesante pasión por el conocimiento y su genialidad. Además era, así se manifiesta en sus diarios y en comentarios de la gente que lo rodeaba y amaba, de una personalidad absolutamente extraordinaria y enigmática. Creció en una familia de alta sociedad, siempre rodeado de las más interesantes figuras de la alta cultura de la Viena de principios del siglo XX, como por ejemplo los compositores Johannes Brahms y Gustav Mahler, y los Pintores Gustav Klimt y Rodin. Quizás es por eso, que muchos de sus contemporáneos le atribuían un acercamiento artístico y creativo a la filosofía, en lugar de uno científico.
1951murió en Cambridge, tras haber vivido y trabajado en esta ciudad como profesor de filosofía durante años. Siempre único y conmovedor, sus últimas palabras fueron: “Decirles a todos que he tenido una vida fabulosa”.
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