End Google Tag Manager -->
GLOBAL SHORT RENTALS



Yayoi Kusama en el Reina Sofía de Madrid

En uno de sus primeros trabajos de denuncia el colectivo feminista Guerrilla Girls (formado anónimamente en los años ochenta del siglo veinte por un grupo heterogéneo de mujeres artistas, escritoras y cineastas de diferentes edades, procedencia étnica, orientación sexual y grado de éxito profesional) especificaba con penetrante ironía las ventajas de ser una mujer artista. Entre ellas se encontraban el trabajar sin la presión del éxito, no tener que compartir exposiciones con los hombres, poder evadirse del mundo gracias a los diferentes trabajos por cuenta propia que se veían forzadas a realizar para sobrevivir, saber que había posibilidades de que su obra se reconociera a partir de los ochenta años, tener la certeza de que hicieran lo que hicieran a su trabajo se le pondría invariablemente la etiqueta de femenino, tener la oportunidad de elegir entre la carrera profesional y la maternidad, tener más tiempo para trabajar cuando sus parejas las abandonaran por alguien más joven, no tener que sentir vergüenza cuando les llamaran genios y ver cómo sus ideas continuaban viviendo en la obra de otros.

yayoi kusama reina sofia madrid

Algunas de estas “ventajas”, empezando tal vez  significativamente por la primera—es difícil, por ejemplo, no apreciar su influencia en la obra de Donald Judd, Joseph Cornell, con los que mantuvo estrechas relaciones sentimentales, Yves Klein o Frank Stella—podrían tal vez aplicarse sin rubor a Yayoi Kusama ((Matsumoto, 1929), probablemente la artista japonesa viva más importante. La influencia y vigencia de su estimulante obra resultan en la actualidad difícilmente discutibles, sin embargo durante muchos años sufrió el estigma de ser una mujer bella y desequilibrada (reside desde hace más de treinta años, por voluntad propia, en un hospital psiquátrico), casi una reencarnación contemporánea del mito de la histérica.

Durante algún tiempo incluso sufrió la desconfianza de cierto sector de la crítica feminista, que consideraba oportunista la manera en que usaba su bello cuerpo para hacer promoción de sus obras, tumbándose por ejemplo desnuda para la cámara sobre camas de falos (una de las series de sus trabajos más reconocibles, donde la pintura se hace escultura, son sus célebres Accumulation sculptures [Esculturas de acumulación], hechas de piezas alargadas en forma de apéndices fálicos cosidas a mano, que recubrían todo tipo de mobiliario y zapatos).

Lo cierto es que para Yayoi Kusama era poco menos que una necesidad aparecer en las fotos junto a sus piezas, pues sentía que en ellas, materialización de sus alucinaciones psíquicas, iba desapareciendo su identidad y siendo substituida por otra. Desde muy pequeña tuvo estas alucinaciones, la más abrumadora de las cuales probablemente fuera una profusión infinita y repetitiva de puntos que cubría la superficie de todas las cosas,  a las que se enfrentaba por medio del arte. Tal vez por eso sus inolvidables Infinity nets [Redes de infinito], amplias y repetitivas extensiones de puntos sobre lienzos, objetos cotidianos y entornos, ampliadas a menudo por medio de espejos, resultan tan fascinadoras como inquietantes, por no decir aterradoras.

Su amplia, rica y obsesiva obra incluye el vídeo, el happening y la escritura. El Museo Reina Sofía (http://www.museoreinasofia.es/index.html) le dedica hasta el 12 de septiembre una gran exposición que cubre casi seis décadas de actividad artística.

 

Paul Oilzum Only-apartments AuthorPaul Oilzum

Salir indiferente de una exposición de Yayoi Kusama resulta literalmente imposible. Compruébelo por sí mismo cuando alquile alojamiento en Madrid