Riga es una ciudad que ha sufrido muchos cambios políticos y sociales en los últimos años. Desde la caída del Muro de Berlín y de la URSS, este joven país se ha desarrollado y se ha convertido en un popular destino turístico mientras guarda su encanto histórico y donde su pasado aún está presente en sus calles. Mucho se habla y se escribe sobre su centro histórico pero hay una parte de la ciudad que parece estancada en el tiempo, y esto le otorga un encanto especial, una decadencia que se mezcla con romanticismo que es el paraíso para aquellos en busca de autenticidad fuera de las garras del turismo.
El barrio ruso de Riga, conocido como Maskavas Forštate en letón, que significa el Suburbio de Moscú, o Maskačka popularmente, es un barrio que quizás hayas leído que deberías de omitir de tu croquis en Riga. De todos modos, si hicieras caso a esas voces, te estarías perdiendo una parte emblemática de la capital de Letonia. Maskačka está formado por antiguas casas de madera, calles adoquinadas y un aspecto soviético que no se ha podido quitar de encima con el tiempo. Si has aprendido algunas palabras de letón para tu viaje a Riga, aquí es posible que la gente ni te entienda ya que el idioma que se habla en estas calles es el ruso.
De todos modos, el Suburbio de Moscú irradia historia. Después del centro histórico y medieval de la ciudad, este es el barrio más antiguo, conociéndose su existencia desde el s.XIV. En este barrio se pueden encontrar muchos edificios antiguos, incluyendo iglesias de cinco creencias diferentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, este barrio vivió su episodio más amargo, convirtiéndose en un gueto para los judíos de Letonia, 30.000 en total, que posteriormente fueron asesinados.
Sería un error pensar que todo es negativo aquí, sino todo el contrario. El Mercado Central es un lugar perfecto para comprar comida fresca a precios bajísimos y dar una vuelta experimentando el día a día de los habitantes de esta ciudad. Además, es el segundo mercado más grande de toda Europa. El barrio está lleno de pequeñas tiendas donde poder comprar objetos de la región y pequeños bares y restaurantes donde probar la cocina tradicional letona y rusa. Además, hay un mercado de pulgas, Latgalīte, donde puedes comprar literalmente de todo, aunque si te ves con corazón de regatear en ruso igual te sale todo mucho más barato.
Por último, el barrio tiene un aire decadente que en según qué épocas del año se pueden ver miles de colores, convirtiéndolo en un paisaje romántico que transporta al visitante atrás en el tiempo, un panorama ideal para los nostálgicos y los que están en busca de lo más auténtico de las ciudades. Ciertamente, el centro medieval de Riga es la principal atracción turística de la ciudad pero Maskačka es el lugar más auténtico, el barrio que ha visto el paso de los siglos en esta ciudad y en el que mejor se puede entender su vida y sus costumbres.
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