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¿Broadway o el West End? ¿Stephen Sondheim o Andrew Lloyd Webber? ¿We will rock you o American Idiot? La polémica está servida.
Los aficionados a los musicales se habrán hecho más de una vez este tipo de preguntas y lo cierto es que ni siquiera los expertos en el tema se atreven a dar una respuesta definitiva. Probablemente, se deba a que tanto la programación como los montajes son cada vez más similares entre una ciudad y otra, con lo que resulta muy difícil decantarse por una. No obstante, los datos hablan por sí solos y, según parece, en las últimas temporadas, Londres ha batido récords de espectadores en sus teatros. La ciudad de Shakespeare no podía ser menos.
Por otro lado, Nueva York se jacta de ser mucho más arriesgada y original en lo que se refiere al estreno de piezas nuevas, entre las que siempre podemos descubrir adaptaciones de películas, libros e incluso series de televisión (Spiderman, Shrek, Atrápame si puedes), mientras que los británicos apuestan por la tradición como garantía de éxito (El fantasma de la ópera, Los miserables, El Rey León), aunque poco a poco van integrando algunas novedades (Once, Matilda, el musical, Charlie y la fábrica de chocolate). Por supuesto, hay clásicos indiscutibles que tienen su merecido lugar reservado en las carteleras de ambas ciudades temporada tras temporada (Chicago, Mamma Mia, Miss Saigon) y ahí es donde se juega la verdadera batalla: ¿son realmente iguales las representaciones? ¿Qué elenco brilla con más fuerza? ¿Cuál es el montaje mejor logrado? Por suerte o por desgracia, ese juicio queda en manos de los espectadores.
Durante años, estas dos ciudades se han disputado el título de Ciudad Teatro del Mundo y gracias a ello han ido reclutando en sus carteleras a lo mejorcito de la industria del espectáculo, con producciones que realmente consiguen poner los pelos de punta al público.
Por eso, más allá de las comparaciones, la experiencia de ir a ver un musical en una de las mecas del Show Bussiness se convierte casi en una obligación para todo el que sepa apreciar el talento en su máxima expresión.
Eso sí, elijas la ciudad que elijas finalmente, asegúrate de conseguir tus entradas con antelación si no quieres terminar pagando un dineral por ver alguna obra de segunda categoría en la última fila del anfiteatro. No olvidemos que si algo tienen en común estas dos ciudades rivales (teatralmente hablando) es que atraen a millones de espectadores deseosos de pasar una velada única.
Mónica Boixeda
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