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Mucho se habla del reggae y su cultura. El rastafari, la marihuana, Bob Marley, legalizar drogas, etc. Lo cierto es que en Europa mucha gente se aferra al reggae como alternativa de vida. No es inusual encontrar gente con “dreadlocks” y vestimenta a la hippie, con productos de hemp, joyería hecha a mano y una actitud pacifista y “melow” frente a las cosas. Es curioso como todos estos discursos en Europa, se anudan juntos para crear una propuesta o estilo de vida que aparentemente, va en contra de las típicas normas sociales occidentales. A todo esto, agrega políticas de pacifismo, cultura oriental o new age, clases de meditación, yoga, vegetarianismo; en alguna parte del mundo, a todo esto se le entiende ya como “political correctness”. Y claro, salvemos a los animales… A veces sin embargo, ser pacífico no resuelve mucho, y querer un mundo mejor no hace que un mundo se vuelva mejor viendo como las cosas pasan. Quizás si escuchas mucho reggae te vuelves sospechoso: no solo de felicidad y relajarse se vive en el mundo.
La resquebrajada realidad capitalista, al parecer, dirige a un grupo de individuos por esta proclamación de subcultura, de deseo por re-plantear las normas sociales propias de una sociedad de ultrac-consumo. Ciertamente, el reggae acompaña estas propuestas, como el sonido de una tierra prometida que no acaba de llegar, que sigue cuajando, a la que jóvenes, gente ocupa e indignados se van uniendo. Si pensamos en los inicios del reggae, habría que considerar el dub como nuevas fronteras sicodélicas. Pioneros como King Tubby y Lee “Scratch” Perry, llevaron las fronteras del sonido más allá gracias a la edición y manipulación de tracks instrumentales, cargándolos de delay, ecos y reverberación, haciendo así de la experiencia del primer reggae, una exploración aural importante, casi cósmica: una versión del sonido extendida, que se abre al mundo. El dub es el principio del trip hop, el techno, el ambient, entre otros sonidos actuales importantes. Habría que recordar también su importancia en la formación del punk británico y más adelante su importancia para el mayor desarrollo del ska.
Herederos de estos sonidos, los UB40 supieron posicionarse en los 80’s como una banda radial que hacía vibrar a las chicas con temas como “Red red wine” y “Kingston Town”. Al parecer, el tiempo no ha pasado sobre esta banda y vuelve a juntarse para traer lo mejor de su repertorio lleno de nostalgia. Para los amantes el pop, este es un nuevo momento de reencuentro con una banda que, a pesar de sus contradicciones, todavía convoca a un nuevo y variado público. Qué mejor que verlos en vivo en una ciudad como Amsterdam, donde la acción jamás termina. La cita es el 29 de enero en el Paradiso. Para más información sobre el concierto y lo nuevo de UB40, visita su página web: http://www.ub40.co.uk/
Consigue apartamentos en Amsterdam y no dejes de ver a UB40 en vivo. La escena musical y cultural en esta ciudad es amplia y variada. Todos los géneros musicales están a tu disposición en Amsterdam.
