La improvisación de contacto es una técnica y estilo de danza en la que los bailarines se apoyan entre ellos utilizando la masa de sus cuerpos durante el movimiento, respetando ciertas normas básicas pero dejando rienda suelta al instinto y la improvisación. Se considera que durante los primeros años setenta el bailarín estadounidense Steve Paxton fue el primero en sentar las bases de este arte, desarrollando especialmente los duetos intensos pero carentes de fondo musical… Es decir, una pareja de bailarines tocándose, cayendo, haciéndose mutuamente de contrapeso, levantándose, rozándose, en un balanceo mutuo que acaba siendo una mezcla de baile, teatro y duelo de artes marciales. La atmósfera que se crea entre los bailarines y con el público es generalmente informal, cooperativa e igualitaria.
Este ambiente accesible y poco elitista favorece la celebración de encuentros informales que reciben el nombre de jams, y que los promotores de este estilo de danza celebran habitualmente por todo el mundo.
Hoy quiero hablaros de un lugar de Amsterdam en que podéis asistir tanto a clases regladas como a jams semanales: es el estudio de danza Studio 100, situado en el número 100 de la calle Wittenstraat (entre Westerpark y el Jordaan). Cada sábado por la tarde se reúnen allí un buen número de bailarines de diferentes estilos, procedencias y nivel de experiencia (una ventaja de la improvisación de contacto es que no hace falta un largo aprendizaje técnico antes de empezar a bailar). De las 14:00 a las 16:00 se realiza una clase (a cargo de un profesor diferente cada semana) para explicar las bases de la improvisación de contacto, sugerir algunos movimientos básicos con los que arrancar cada baile y (lo más importante) dejar claras unas cuantas nociones de seguridad para evitar las lesiones en el calor del momento. Por ejemplo, se enseña dónde apoyar el peso y cómo desplazar el centro de gravedad para conservar el equilibrio en cualquier situación, o se dan consejos como tratar de dejar las manos siempre libres para amortiguar una posible caída si se produjera un resbalón o algún percance similar.
Justo al terminar la clase y hasta las seis de la tarde se realizan en el mismo Studio 100 las improvisaciones, en parejas o grupos. En ocasiones algún músico trae instrumentos y añade a la danza el sonido de un clarinete, un piano, tambores, una guitarra o la simple voz humana… Aunque en general los jams tienen lugar en un silencio apenas puntuado por los sonidos de los bailarines al saltar, levantarse y caer.
Es evidente que los organizadores de estas jams en Studio 100 no tratan de hacer negocio sino que su interés es promocionar la improvisación de contacto: la clase de cada sábado cuesta siete euros y asistir a la jam tan sólo cinco euros. Sumando a esto el hecho de que no es necesario tener experiencia previa en danza, ¡no tenéis excusas! Una vez solucionado el trámite de encontrar apartamentos en Amsterdam llegará la hora de mover vuestro cuerpo no al ritmo que dicte la música sino vuestra propia intuición interior