Tal vez no es del todo casual que en la ciudad india de Lucknow, también conocida desde hace siglos como la Ciudad Dorada del Este y la Constantinopla de la India, situada en el estado de Uttar Pradesh, se encuentre el primer banco de ADN de Asia. No en vano las apelaciones arriba mencionadas hacen referencia al esplendoroso pasado multicultural de la urbe, cuyo legado aún se recuerda como algo legendario y cuyo poder de inspiración sigue intacto pese a al rápido declive de tan extraordinaria y fabulosa ciudad tras el levantamiento de 1857 conocido como el Gran Motín o Primera Guerra India de la Independencia y el establecimiento del poder imperial británico sobre el país asiático.
Su aura, su halo y su carisma permanecen, pese a no ser ajenos a las polémicas relativas a la identidad nacional y moverse con frecuencia en un territorio de ambigüedades y claroscuros cruzados periódicamente por luces esplendentes y vientos capaces de transportarnos a lugares de deleite y ensueño cuya existencia informa el proteico poder imaginativo de la memoria. Es difícil, por consiguiente, definir el lugar que ocupa el mito de Lucknow en la cultura y el imaginario populares indios contemporáneos. Su posición varia en la mercurial cartografía del inconsciente colectivo—también en la de los registros históricos, tan peculiares siempre en la cultura del país asiático–, moviéndose permanentemente entre los lugares donde se encuentran las fuentes del orgullo nacional y aquellos donde mora esa imposible melancolía que habla de las épocas doradas y desaparecidas que no han de volver jamás.
Pues como se nos informa, en la espléndida exposición del Museo Guimet de arte asiático Une cour royale en Inde: Lucknow (XVIIIe – XIX ème siècle), a través de más de 200 obras de arte que incluyen pinturas, acuarelas, grabados, textiles, joyería, artes decorativas, objetos de orfebrería y fotos (no sólo un arte en sí mismo, sino un excelente medio de propaganda destinada a crear una visión política determinada de Lucknow así como una forma idónea para guardar en la memoria las esencias más intimas de los lugares perdidos), en esta ciudad del norte de la India floreció durante los siglos XVIII y XIX una fascinante sociedad caracterizada por su naturaleza multicultural donde se desarrolló una actividad creativa de un elevadísimo grado de sofisticación y elegancia cuyo rasgo predominante era la mezcla de aportaciones procedentes de individuos de diferentes pueblos que compartían el mismo espacio.
Se trata de la primera vez que se dedica una exposición internacional—fue originariamente concebida, ideada y presentada en la ciudad de Los Angeles por el LACMA (Los Angeles County Museum of Art)—a la fascinante cultura medio india medio europea de Lucknow, que llegó a eclipsar a la propia Delhi como ciudad, propiciada por la tolerancia y generosidad de sus líderes, los Nawabs, imán que atrajo hasta la urbe a partir de comienzos del siglo XVIII tanto a artistas, poetas y cortesanos indios como a diplomáticos, escritores, viajeros y artistas occidentales, seducidos por las historias que sobre Lucknow se contaban.
Paul Oilzum
Podrá verla en el de suyo cautivador museo Guimet, tal vez el más importante del mundo en su clase, hasta el próximo 11 de julio. No es bien que se la pierda cuando alquile apartamentos en París