Un beso apasionado requiere la puesta en funcionamiento de una treintena de músculos, es capaz de elevar las pulsaciones de 70 a 140 latidos por minuto, aumenta la secreción de dopamina, las endorfinas, la adrenalina, la oxitocina y activa el deseo sexual. Seguro que no te irás del Muro de Berlín sin besar a alguien como el famoso mural de Breznev y Honecker y por supuesto no te marcharás de Times Square sin imitar el famoso beso entre el marinero a la enfermera que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. Valen besos de todo tipo: “picos”, “de tornillo” o “con lengua”.
El Muro de Berlín
El beso que se dieron en 1979 los líderes comunistas Erich Honecker y Leónidas Breznev dio la vuelta al mundo. Un beso que ha sido imitado hasta la saciedad y que en Occidente se vio en algunos casos ridículo. Sin embargo, ese beso entre dos hombres se convirtió en un símbolo solidario para muchos pueblos. A día de hoy ese beso tan fraternal se puede ver de cerca en una de las pinturas que todavía permanecen en el muro de Berlín, donde nadie se resiste a besarse (independientemente del sexo) para sacarse una bonita fotografía.
El Beso de Klimt, Viena
Es el cuadro más famoso de este pintor que, sin duda, no deja indiferente a nadie. El cuadro de Gustav Klimt se encuentra físicamente en la capital austriaca, mide nada más y nada menos 180 x 180 y lleva un baño de oro y plata. La verdad es que impresiona realmente al verlo, no es lo mismo estudiarlo en clase de Arte que verlo en primera persona. Y os preguntaréis ¿quiénes son los que se besan? Pues, para quien no lo sepa, es una representación del propio Klimt y su pareja Emili Flöge. Y ¿dónde se puede ver? En el Museo Palacio Belvedere.
El Hotel De Ville, París
Las cifras de venta hablan por sí solas. Con el paso de los años el famoso beso que inmortalizó el fotógrafo Robert Doisneau en el Hotel del Ville es el póster más vendido de la historia. El momentazo del beso lo vivieron los parisinos a mediados del siglo XX. Eso sí, debéis saber que no fue un beso improvisado, sino que el fotógrafo francés contrató a dos actores para escenificar esta romántica escena. No le quita mérito, pero sí es verdad que – pese a que es uno de los besos más reproducidos del siglo XX – se quiso ver en su momento como una manipulación del propio autor. Eso sí, es inevitable pasar por allí y no besarse.
Times Square, Nueva York
Este beso sí que fue espontáneo, de hecho su improvisación ha sido y es muy contagiosa. Era el fin de la Segunda Guerra Mundial y había mucho que celebrar. En ese momento, cuando se acabó la contienda, un marinero (Gleen Edward McDuffie) que pasaba por Times Square agarró por la cintura a una enfermera del Doctor´s Hospital y la besó con todas sus fuerzas. Fue tan romántico que hoy en día se siguen convocando quedadas en esta emblemática plaza de Nueva York con la única excusa de darse un apasionado beso. El momento quedó inmortalizado para siempre por el fotógrafo Alfred Eisenstaedt en la revista Life.
Twitter: @DianaRPretel