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Acercarse a una pintura ahora ya avanzado el siglo XXI, es sin duda una experiencia singular, sabiendo que vivimos en tiempos donde la imagen digital ha sobrepasado las fronteras de la utilidad, y cada vez sin advertirnos, se ha vuelto el modo en que medir la interacción visual que tenemos con el mundo, real y virtual. Desde la superficie de la imagen, entendemos ideas, contextos, discursos, sensaciones, que con la velocidad de la información en aumento parecen volverse cada vez más borrosas. Pero lo cierto es que las imágenes no son borrosas ni se borran, sino que estamos frente a un momento en que cada pensamiento, idea, información, códigos de expresión, empiezan a ir a una velocidad superior que por momentos nos sobrepasa.
Un ejercicio para comprender este problema; detente a escribir luego de largas horas frente a una computadora pero con un lápiz o bolígrafo. Trata de ser lo más sensible al movimiento de tu mano y no pienses mucho al digitar las letras, hazlo rápido. Podrás ver como la velocidad de tus manos no está a la par de tu pensamiento y que por consecuencia, muchas letras te faltan a la hora de haber escrito. No es una falta de atención, es simplemente que en la realidad digital, los procesos de transmisión de conocimiento van cada vez más rápido, y seguirán yendo más rápido hasta desplazar la escritura, el dibujo, la pintura.
Así, acceder a una pintura de Chagall por ejemplo en tiempos de informática vertiginosa resulta siendo un lujo y una experiencia de un pasado ficticio, que jamás sucedió tal vez, del que cada vez menos vínculos o relaciones tenemos. Desde el engranaje neoliberal en el que la conducta global se afinca, y retuerce, y de la que queremos salir pero parecemos todos encapsulados, el vínculo con una superficie de óleo y tela, y madera, y trazos y colores, resulta siendo de mercado, colección, producto que se acumula en una galería o museo, desde el mercado del arte. Por encima de esto, apreciando la trascendencia del arte de Chagall, las superficies de sus telas son materiales y no digitales, son el rastro de un sujeto en su más alta expresión, sujeto además des-centrado, por las geografías, las políticas, las creencias.
La exposición de Marc Chagall que se presenta en Madrid desde el 14 de febrero en el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid, es la primera gran exposición retrospectiva de este artista en España y vale la pena verla. En el Museo Thyssen-Bornemisza podrás encontrar lo mejor del trabajo del fabuloso artista durante su estadía en París y la Rusia de la revolución, hasta su exilio en los Estados Unidos durante los años cuarenta. De otra parte, las salas de la Fundación Caja Madrid, presentarán el trabajo del artista realizado en los Estados Unidos. Estarán en muestra además de pinturas, esculturas, vitrales y cerámicas.
Para más información, visita la siguiente página web: http://www.museothyssen.org/thyssen/ficha_artista/153
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