La ciudad de Viena se transforma en la época navideña. Alguien me dijo una vez que el mundo es como un mercadillo. Pues bien, en el caso de la capital de Austria, en estas fechas se convierte en un mercadillo gigante con puestecillos en cada esquina de todo tipo llenando de magia las calles y las plazas. Y ojo debéis saber que en Austria el 24 de diciembre los más pequeños no esperan a Papa Noel, sino al Niño Jesús. Es un día para dar rienda suelta a los deseos. Es muy común invocar al Espíritu de la Navidad, el encargado de llevar a todos los rincones y casa la felicidad y la prosperidad.
En los infinitos mercadillos de Viena es muy común comprar figuritas del Belén, beber vino caliente, comer galletas, pan de especias y vainilla y escuchar villancicos en bucle. El mercado estrella es, sin duda, el del Niño Jesús que encontraréis justo enfrente del Ayuntamiento. Allí podréis observar seguramente el árbol de Navidad más grande y luminoso de la ciudad y más de un centenar de puestos de madera donde los vieneses compran dulces, artículos decorativos y regalos. Además de los puestos, se suelen organizar actividades para los niños como un trenecillo de Navidad, un paseo en poni, talleres de cocina en los que le enseñan a hacer esas ricas galletas de mantequilla que, si las comes con frecuencia, se vuelven adictivas. En el distrito 7 de Viena, os aconsejo también el Mercadillo de Spittelberg, es el barrio de moda y muy bohemio. Lo típico allí son las piezas de artesanía con fines benéficos. El mercadillo más antiguo, el de Freyung, ofrece a los visitantes un ambiente de lo más navideño con las actuaciones de bandas austriacas y coros de Gospel. Se crea un clima muy especial. Y el olor a castañas asadas es constante.
Pero además de los mercadillos, lo que no debéis dejar de hacer en Viena es acudir a la Ópera. Y si estáis allí en Nochevieja, es un privilegio asistir el día 1 de enero a la celebración del famoso concierto de Año Nuevo, que se retransmite en el mundo entero. No es fácil poder ir, pero si tenéis la oportunidad no la rechacéis. Es una experiencia de esas que no se olvida. La música os hará vibrar.
En Viena la Navidad es más que religión, más que tradición. Allí se vive de una manera muy intensa, Las fiestas arrancan a finales del mes de noviembre y dura hasta Nochebuena, cuando el niño Jesús se supone que lleva los regalos a los más pequeños.
Si vais en pareja y si nieva cuando estéis allí, el paseo será mucho más romántico. No os olvidéis de hacer una parada en alguno de los locales que ofrecen ponche caliente, es la bebida típica de Viena en Navidad. Hay centenares de pequeños cafés con la chimenea encendida. Es una experiencia que no debéis perderos.
En Nochevieja es típico brindar con champagne en la Plaza de la Catedral y bailar el vals. Es un gusto pasear por la ciudad en esa noche tan especial. Tanto el Palacio de Schönbrunn o el “Versalles de Viena” como el Palacio Imperial Hofburg en engalanan con una iluminación que atrae a turistas y vieneses creando un ambiente casi mágico. Y para los que buscan un ambiente diferente mi consejo es que no dejen de ir al Baile del Emperador que tiene lugar el último día del año en el Palacio Imperial.
En el Museo Noche de Paz la Nochebuena los vieneses suelen participar en la canción original en la Misa del Gallo. La ciudad en general retrocede a la época del célebre compositor Mozart. Da gusto salir en estas fiestas y hacer vida en la calle. Viena es única en Navidad.
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