Bologna o Bolonia, Capital Europea de la Cultura, acoge a un elevado número de estudiantes Erasmus cada año y eso la hace más rica y más atractiva del norte de Italia. Estamos en una ciudad amurallada como las de antes, que contrasta con la fiesta que llevan en el cuerpo que llevan los jóvenes universitarios. Bologna es un ejemplo de convivencia entre las tradiciones (arquitectónicas y gastronómicas) , y la novedad (grandes exposiciones o eventos culturales de renombre).
La ciudad de Bologna tiene tres apodos distintos. La Docta o La Dotta (en italiano), ya que como decía allí se ubica uno de los centros universitarios más antiguos e importantes de Italia y Europa. La Grasa o La Grassa por sus famosísimas costumbres culinarias y ricos platos que encontraréis allí. Pero Bologna también es conocida como La Roja o La Rossa, debido al color de los tejados que generalmente son rojos desde la Edad Media. Así que en esta ciudad no sólo se come pasta a la boloñesa. Tiene de todo un poco y se ha convertido en uno de los destinos turísticos de Italia más solicitados por los europeos que generalmente pasan un fin de semana o un puente para conocer a la ciudad Docta, Grasa y Roja.
Para empezar la visita os recomiendo partir del centro de la ciudad. Justo en el Kilómetro Cero donde se sitúan las Dos Torres de Bologna. Garisenda y Asinelli, esos son sus nombres. La primera es más pequeña por ser la primera que se levantó. Y aunque comenzó midiendo unos 60 metros con los años, por seguridad, la han tenido que ir reduciendo. Y Asinelli, la otra, se construyó más tarde porque la primera (Garisenda) estaba cada vez más inclinada. Es como la Torre de Pisa pero en pequeño. En su momento esta segunda torre se usó como torre de vigilancia y también de prisión. Ahora es uno de los principales atractivos turísticos y mide exactamente 98 metros de altura. Es curioso porque se puede subir a la torre Asinelli, pero sólo se recomienda, en caso de ser estudiante, si ya te has licenciado. Cuenta la leyenda que el que sube sin graduarse de sus estudios, nunca lo hará. Es una especie de maldición.
Es además un planazo perderse por el Barrio Judío de Bolonia, perderse por el Ghetto que localizaréis enseguida entre Vía Zamboni y Vía Oberdam. Y digo que lo encontraréis enseguida porque contrasta con el resto de la ciudad, con decenas de callejuelas estrechas y callejones sin salida que rompen esa armonía que habréis conocido hasta ahora.
Os recomiendo también, para reponer fuerzas, un recorrido gastronómico por la ciudad en el que no os debéis olvidaros de probar la famosa salsa boloñesa a base de carne picada de ternera, cebollas, especias y salsa de tomate. En algunos sitios veréis que a veces le añaden otros ingredientes como pimentón morrón, ajo, vino y zanahorias.
La bicicleta es el transporte público por excelencia de la ciudad de Bolonia. Todos se desplazan en este medio reduciendo el tráfico rodado de vehículos contaminantes a prácticamente nulo. Al ser la capital de los universitarios, la mayoría se desplazan en bici o en moto, generalmente scooters. Es bastante fácil aparcar, ya que en casi todas las plazas hay parking para este tipo de vehículos. De hecho, se han creado cuatro rutas señalizadas para bicicletas por el casco viejo (la verde, la azul, la roja y la amarilla).