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Ruta Le Corbusier en París

El Padre de la Arquitectura Funcional

Este arquitecto y pintor suizo – francés, padre de la arquitectura funcional, hizo algo que después muchos han querido plasmar en sus obras: dar un giro a la vida de las personas a través de la arquitectura. Le Corbusier (que significa “El Cuervo”) quiso cambiar el mundo a través de la arquitectura y explotó hasta el último de sus días uno de sus principios y a la vez mejores baluartes: lo funcional, práctico y moderno frente a lo recargado e inútil. Lo mejor de su obra lo encontraréis en París.

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Foto: Anapuig

Le Corbusier solía decir que “La machina à habiter”, es decir, veía la vivienda como una máquina para vivir y no como un lugar donde pasar el rato sin más. Y lo hizo desde un punto de vista incluso metafísico. Él buscaba algo más en sus creaciones y al final lo consiguió. Se ha convertido en uno de los arquitectos más influyentes del siglo pasado.

Charles Édouard Jeanneret-Gris, ese era su nombre de pila, se trasladó a París muy joven y allí en el año 1905 hizo su primera creación. Se trataba de una casa unifamiliar, algo poco habitual en la época, y la llamó la Villa Fallet. En ese momento comentó Le Corbusier comenzó a pulir su lado más funcional.

Viajar para una visión global del mundo

Fue un viajero incansable y de ahí que adquiriera a lo largo de muchos años la experiencia suficiente y una visión global del mundo, no sólo en lo arquitectónico. En el año 1911 decidió pegarse un año sabático y estuvo a punto de dar la vuelta al mundo. De Viena viajó a Rumanía, después pasó por Turquía Italia y Grecia, aunque al tiempo prefirió volver a su rutina y dedicarse a crear casas y edificios funcionales. Al cabo de los años, Le Corbusier saltó el charco y empezó a dar una serie de conferencias en Brasil, Argentina, Uruguay, etc. En Argentina este arquitecto intrépido de la época dejó una obra: la Casa Curutchet, una vivienda unifamiliar en la ciudad de la Plata y en Brasil se lanzó con la Embajada francesa en Brasilia y el edificio Gustavo Capanema en Río de Janeiro (la ciudad Maravillosa).

Pero sin duda, sus edificios más emblemáticos los llevó a cabo en París: La Capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp, Villa Saboya, el Pabellón Suizo, el Pabellón de Brasil, Atelier Ozenfant, Villa Stein y las Residencias Molitor. En Lyon, merece la pena visitar el Convento de la Tourette. Pero si os gusta su estilo y su gran funcionalidad, podréis hacer la “Ruta de Le Corbusier” en París, la mejor manera de seguir los pasos de uno de los arquitectos más influyente del siglo XX, y uno de los precursores de las construcciones modernas. Es lo que hoy se lleva y él supo verlo hace más de un siglo.

Le Corbusier le daba mucha importancia a la naturaleza. Para él una buena construcción debía tener un buen jardín, eso sí, siempre funcional. Y esto lo llevó a la práctica sobre todo en las terrazas-jardín, generalmente en lo más alto de las viviendas. Siempre manteniendo las condiciones de aislamiento térmico. Los edificios, solía decir, deben invitar a ser recorridos para poder ser comprendidos. Si no, a su juicio, es que no merecían la pena. La luz también era otro de sus fuertes, sin luz no hay formas y sin formas, no hay belleza. Defendía una arquitectura altamente racionalista, sin adornos ni elementos supérfluos, lugares donde el ser humano podía ser libre. Creía en los espacios con libertad de movimientos. Odiaba las casas-cárcel. Creía que no valían para nada. Así que creó toda una teoría sobre las viviendas funcionales que hoy en día no han pasado de moda. Es más, están en plano auge. Y si no, que se lo digan a los arquitectos de este siglo.