La Acrópolis de Atenas es la más representativa de toda Grecia. La ciudad de los Dioses se puede ver casi desde cualquier punto de la ciudad, aunque hay rincones más especiales que otros para observar esta impresionante urbe dentro de otra urbe. Os aconsejo que primero la visitéis. Después, lo ideal es que la rodeéis. Y por último, que busquéis las mejores vistas para interiorizarlo. Por la mañana, por la tarde o por la noche, da lo mismo. Cada momento tiene su magnetismo. La luz blanca de la mañana, la luz que cae a plomo al atardecer sobre el Templo de Atenea Niké o la cálida iluminación nocturna del Partenón. Un lujo para la vista que pocos se querrán perder.
Jacuzzi con vistas desde el Hotel ATHENS ATRIUM: No es necesario ser huésped del hotel para disfrutar de sus increíbles vistas. Podéis tomar algo en su terraza y daros un baño con burbujas mientras observáis la Acrópolis ateniense. La ubicación de este hotel es absolutamente privilegiada: está muy cerca de las ruinas y casi a la misma altura. Si vais por la noche, el entorno es mágico. Imaginad: una copa de champagne en la mano, un jacuzzi y la belleza de la Acrópolis de fondo. Desde luego es un plan único para hacer realidad solo o acompañado. Lo encontraréis en esta dirección: Okeanidon, 21.
La Acrópolis desde el restaurante STROFI: Precisamente, su gran baluarte son las vistas a la joya más preciada de los atenienses: la Acrópolis. Es un lujo comer o cenar en este elegante restaurante que está emplazado en un lugar excepcional. Pero también, como no, por su cocina tradicional griega. En la carta encontraréis las recetas típicas con un toque moderno, la guinda del Strofi. Os aconsejo la musaka, por supuesto, la ensalada de feta y sus postres, hechos con mucho cariño. Y lo mejor de todo es que no es caro. Pagaréis unos 25 o 30 euros por comensal. Si os apetece sorprender, apuntad la dirección. El restaurante está ubicado en la calle Rovertou Galli, número 25.
Vistas desde el Monte Licabeto: Según cuenta la leyenda, Atenea quería que su templo estuviera más cerca del cielo que el resto y por eso quiso llevarse una enorme roca a la Acrópolis. Mientras la transportaba, la Diosa recibió una noticia inesperada y del susto soltó la roca gigante, que cayó sobre Atenas formando el famoso monte. Desde la cima de la Colina Licabeto, las vistas parecen de postal. En el punto más alto, casi a 300 metros, se encuentra una pequeña capilla ortodoxa que se llama San Jorge. Si el cielo y la contaminación lo permiten, podréis llegar a ver las islas Egina y Salamina e incluso la cuenca del Ática. A los atenienses les encanta escaparse de la ciudad y subir a este monte los fines de semana. Muchos van a hacer deporte y otros simplemente a pasar un buen rato en familia. Es muy accesible: lo más sencillo para ascender a la cima es hacerlo a bordo de un funicular. Rápido y cómodo.