El Día Internacional del Libro se avecina y queremos celebrar la fiesta de la Literatura recordando a algunos autores en cuya compañía hemos viajado a mundos extraordinarios gracias a sus obras. Ellos ya no están pero nos siguen haciendo soñar con su legado literario y por ello, queremos homenajearles descubriendo su lado más viajero que sin duda sirvió de fuente de inspiración para sus epopeyas más afamadas. Abrochaos el cinturón que nos vamos de viaje con algunos de los autores más importantes de la literatura universal:
Miguel de Cervantes es la personificación del viajero por definición. El máximo exponente de la literatura española no sólo viajó errante en su Don Quijote de La Mancha sino que su obra maestra es el retrato de una vida de peregrinación por la península y el Mediterráneo. En 1569, el joven Cervantes se convirtió en fugitivo de la Justicia y huyó a Roma para continuar su periplo italiano por ciudades como Milán, Florencia, Venecia o Palermo. Poco después se embarcó en Nápoles en la galera Marquesa bajo el mando de don Juan de Austria y combatió en la batalla de Lepanto, donde un arcabuzazo le hirió de gravedad en la mano izquierda. Este suceso le propinó el apodo por el que lo conocemos en la actualidad: El manco de Lepanto. En Mesina se recuperó de sus heridas de guerra y volvió a las andadas bélicas en la defensa de Túnez. Lisboa, Toledo, La Mancha y Andalucía fueron otros de sus destinos y finalmente la muerte le alcanzó en Madrid en 1616, tras un dilatado peregrinaje.
Aunque no se ha demostrado que William Shakeaspeare viajara a Italia, él era un enamorado de este país. Prueba de ello es que Italia es el escenario de sus obras más famosas: el centro histórico de Verona fue testigo del amor de Romeo y Julieta, Mucho ruido y pocas nueces nos transportó a la magia de Mesina, Roma cobró vida en Julio César y los canales de Venecia fueron el decorado de lujo de Otelo. También en Hamlet los viajes están presentes de la mano del joven príncipe danés, exiliado en Inglaterra tras la muerte de su padre.
A pesar de su fobia confesa por viajar en avión, Gabriel García Márquez siempre manifestó un amor por los viajes recogido en su poema Viajar. Además, junto a él recorrimos las calles de Macondo, agonizamos en el océano con Relato de un náufrago, acompañamos a Simón Bolívar en su último viaje de Cartagena a la costa caribeña de Colombia en El general en su laberinto y navegamos por el río Magdalena en compañía de Florentino y Fermina en El amor en los tiempos del cólera.
El recientemente desaparecido escritor alemán Günter Grass fue un trotamundos incansable y sus viajes se convirtieron en la musa que dirigió su pluma hasta convertirlo en uno de los autores más relevantes del siglo XX. En los años 50 viajó por Italia, España y Francia, y se estableció en París, donde vería la luz una de sus obras maestras: El tambor de hojalata. Tras una década en su Alemania natal, el escritor emprendería de nuevo el vuelo en la década de los 70 rumbo a Asia y América para luego trasladarse en 1986 a la India donde concibió Sacar la lengua.
El autor uruguayo Eduardo Galeano nos dejaba pocos días atrás pero su censurado libro Las venas abiertas de América Latina nos abría para siempre en 1971 una ventana a través de la que viajar a América Latina desde la Colonización hasta su historia más reciente. Además, esta obra le llevaría a un viaje al exilio por Argentina y España, donde escribiría Memoria del fuego.
Todos ellos nos han enseñado que no importa a dónde viajemos mientras nos llevemos un buen libro y mucha imaginación en la maleta porque el viaje más feliz es el viaje de la mente. ¡Feliz Día del Libro!