Se llama Villa Romana, pero se encuentra en Florencia, precisamente en Via Senese 68, y sus fundadores son alemanes. Es una de las residencias de arte contemporáneo más antiguas de Italia y fue fundada con el objetivo de crear un forum de creación independiente del Estado y gestionado directamente por los artistas, donde se pudiera dar espacio e importancia a todas formas de expresión artística. Conjuntamente, fue establecido el Premio Villa Romana, que se propuso como alternativa crítica a los reconocimientos otorgados por las Academias estatales, notoriamente más conservadoras y menos interesadas en sostener lo novedoso.
La génesis de este proyecto tuvo lugar en el 1905, cuando el pintor alemán Max Klinger invirtió los fondos privados que había juntado entre su grupo de amigos ricos en la adquisición de una casa de estilo neoclásico, situada en la periferia de Florencia, con el objetivo de constituir ahí un taller de arte. La grande casa comprendía 40 habitaciones y 15.000 metros cuadrados de terreno alredor. Uno de los principales sostenedores financieros fue el mecenas berlinés Eduard Arnhold, que poco antes había comprado la Villa Böcklin de Fiesole (en la provincia de Florencia) y que 5 años mas tarde hubiera fundado la Academia de Artistas Alemanes en la Villa Massimo de Roma. Otros sostenedores fueron Adolph vom Rath (presidente del consejo directivo de la Deutsche Bank) y Erich Schulz-Schomburgk (director de la sede de Lipsia). La Deutsche Bank misma sostuvo este emprendimiento a partir de los años ’20.
Aunque Villa Romana se haya propuesto desde sus comienzos como proyecto independiente y autogestionado con la intención (en realidad casi una provocación) de ir en contra del academismo artístico italiano y de la lenta burocracia que en parte apaga el desarrollo contemporáneo, es evidente que Villa Romana no hubiera sido posible sin los recursos económicos de la élite alemana y el apoyo de uno de sus mayores bancos. Sin embargo, cabe decir que la historia de Villa Romana esta vinculada con grandes artistas contemporáneos, entre los cuales Georg Kolbe, Max Beckmann, Käthe Kollwitz, Ernst Barlach y Max Pechstein, que trabajaron en sus espacios en el periodo precedente a la Primera Guerra Mundial.
Durante el fascismo, al contrario, la Villa fue “obligada” (pero fue realmente obligada?) a otorgar los premios a los artistas propuestos por la Propaganda, aunque su director Hans Purrmann pudo reservar un lugar a los artistas contrarios a la dictadura, por lo menos hasta el 1944, cuando la Villa fue confiscada por los Aliados.
En el 1954 la Asociación Villa Romana volvió a abrir sus puertas por iniciativa de su antiguo director y del presidente alemán Theodor Heuss. Desde entonces, entre los artistas que obtuvieron el Premio se destacan Georg Baselitz, Anna Oppermann, Markus Lüpertz, Christiane Möbus, Michael Buthe y Katharina Grosse. En el 2005, para su centenario, Villa Romana festejo con una vasta exposición retrospectiva en el Neues Museum de Weimar.