En la misma frontera con Eslovenia, en el norte de Italia, a orillas del mar Adriático, se encuentra la bella e inquietante ciudad de Trieste. Se trata de una antigua población de origen ilirio que floreció de manera harto sensible con la colonización romana, haciéndola, tras la caída del Imperio en Occidente, suculento objeto de deseo tanto para bizantinos como para francos, que intentaron sin éxito incluirla permanentemente en sus dominios antes de que cayera en el siglo XIII en manos venecianas y finalmente, en 1382, fuera sometida por el imperio autro-húngaro, bajo cuya égida permaneció hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
Particularmente desde 1719 su posición dentro de éste distó mucho de ser baladí, pues Trieste, que en esa fecha se convirtió en puerto franco, era su única salida al Adriático, lo que redundó en abundantes inversiones tanto industriales como comerciales que acentuaron sus extraordinaria naturaleza multicultural y cosmopolita, que ha influido decisivamente en escritores como Stendhal, Rilke (el título de sus famosas elegías hace referencia al castillo de Duino en Trieste), Italo Svevo, James Joyce (que vivió en la ciudad desde 1905 al estallido de la Gran Guerra y escribió allí una parte importante de su obra, incluidos el Retrato del artista adolescente y grandes secciones del Ulises) o Claudio Magris.
Se puede decir que su clima es suave y soleado, salvo cuando manda la bora, un viento que proviene de los Alpes julianos y puede alcanzar cuando sopla los 190 kilómetros por hora. Cuando esto ocurre, los ciudadanos de Trieste saben que no queda más remedio que colocar cuerdas en las calles para evitar que la gente salga volando.
Es precisamente una insinuación de la bora y su efecto sobre el mar embravecido lo que nos saluda recién entramos en la magnífica y evocadora exposición, comisariada por el director de teatro trentino de origen húngaro Giorgio Pressburger y realizada por la diseñadora milanesa Paola Navone, El Trieste de Magris, que puede visitarse en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona hasta el próximo 17 de julio. Lo que distingue la muestra de las otras realizadas en el centro pertenecientes a la serie Las ciudades y sus escritores (a saber, Borges y Buenos Aires, Kafka y Praga, Joyce y Dublín, Pessoa y Lisboa) es que es la primera de ellas en la que es a un escritor vivo (para el que en sus propias palabras «Las ciudades son madres e hijas de los escritores») a quien, a pesar de haberse querido mantener en segundo plano, le ha tocado reconstruir el entorno geográfico y mental de su propia urbe.
En la presentación de la exposición Magris dijo que «somos esencialmente como agua y nos llenamos de los paisajes, y el paisaje forma parte también de la historia. Las ciudades son algo más que un paisaje urbano o una naturaleza; son los rostros de las personas, sus historias y recuerdos”. Y es justamente a reflejar todas esas facetas de la ciudad de Trieste a lo que aspira con éxito esta muestra.
Para más detalles por favor visite la web: http://www.cccb.org/es/exposicio-la_trieste_de_magris-35377
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Paul Oilzum
Alguien dijo alguna vez que en una gran ciudad se encuentran todas las ciudades. Como podrá comprobar por sí mismo cuando alquile alojamiento en Barcelona